Liceanos de ayer y de hoy
Como exprofesora y ex directora del prestigioso Liceo A-21 de Talcahuano, asistí a la Clase del Recuerdo, con que los exalumnos celebran el aniversario. Hace varios años que lo hago y cada vez me emociono al ver a estos "jóvenes", mis exalumnos, con edades fluctuantes entre los 50 a 60 años, cantar el himno de su Liceo con la misma intensidad de antaño.
Es imposible para mí, con 50 años de servicio en mi carrera, no establecer comparaciones entre los alumnos de aquel entonces, con los de hoy y entre nuestros colegas de entonces con los de hoy. Estos exalumnos nos expresan a menudo, cuando les felicitamos por esta Clase del Recuerdo, que ellos son el mejor testimonio de lo que en una época les entregamos sus padres y nosotros.
El hogar y el Liceo hablábamos un mismo idioma. Los alumnos se formaban en el seno del hogar con sólidos principios éticos y morales, con amor, cariño y respeto entre sí mismos y sus profesores; la sala de clases era el encuentro afectivo de un docente con profunda entrega que transmitía a esos niños de diversos niveles socio-económicos, sus conocimientos y su alma comprometida en la formación de ese juvenil ser humano que los padres y la sociedad le confiaban. El profesor era autoridad, y nos sentíamos orgullosos de nuestra carrera. Teníamos mística, compromiso, amor por lo que hacíamos, y ello se transmitía a través de una clase que llevaba ese afecto y ese amor. El alumno lo vivía y lo sentía.
Estos exalumnos poseen un sentido de responsabilidad a toda prueba, respetuosos del medio en que se desenvuelven, una amistad entre ellos, leal y generosa, una solidaridad amplia para ayudar a los alumnos vulnerables de hoy, con iniciativas de distinta índole para lograr el avance del Liceo que un día les formó.
Después del terremoto del 27 F, con su Liceo al frente totalmente destruido, les vi cantar el himno del Liceo con lágrimas en los ojos, y a la vez, soportar el dolor de la pérdida de un ser muy querido. ¿En qué hemos fallado para que hoy no se dé esta afectividad y compromiso? Como ex directora, después de otros establecimientos, puedo decir que el deterioro se fue produciendo lentamente sin que lo notáramos, hasta cuando ya ha sido demasiado tarde.
¿Culpables? Una sociedad de consumo, que llevó a los padres a trabajar en horarios extensos, mamás que dejaron su rol del hogar, para procurar mayores ingresos; profesores que se sintieron solos y abandonados en un rol de asumir formación de valores, sin apoyo del hogar, y cuando ellos mismos sufrían el deterioro de sus ingresos y tenían que realizar dobles jornadas para incrementar sus sueldos.
Gobiernos que se fueron olvidando que la educación es el pilar de toda nación y que pese a la iniciativa actual de reforma, aún no comprenden que la calidad de la educación comienza en el aula y que el profesor debe ser la principal preocupación en estos cambios. Si hoy consultamos a cualquier alumno en sus marchas, por qué está ahí, repite como cantinela "por la educación", y si revisamos su rendimiento escolar, seguramente encontraremos bajo rendimiento. Las faltas de respeto en aula, en sus propios hogares, y los desórdenes callejeros, hablan de un gran desapego por su patria, por sus autoridades, con un gran clamor por "sus derechos", pero sin mención alguna a sus deberes. Hoy, quizás con honrosas excepciones, ningún colega es recibido en su colegio con las muestras de cariño y afecto que estos niños de ayer, nos entregan hoy.