Mayo es un mes especial para la centeneria oficina de corretaje Propiedades del Río, una empresa 100% penquista, fundada en 1915 por Alejandro del Río Fernández, abuelo de quien heredó una tradición que defiende férreamente, su heredera y quien está a cargo de la oficina desde hace 15 años, Amalia del Río.
El abuelo falleció tempranamente a los 53 años, luego le siguió su hijo, el mayor de 9 hermanos Alejandro del Río Cruz, padre de Amalia y que trabajó ininterrumpidamente hasta los 82 años, quien falleció en mayo del año 2000.
Esta es una oficina pyme, somos pequeños, dice Amalia, "pero que se basa en relaciones de confianza con nuestros clientes que en muchos casos ya son generaciones. Son negocios de largo plazo".
Hoy esta oficina administra negocios como los de la Familia Musalem desde hace 50 años. Aquí la atención es personalizada, dice.
Esta oficina primero estuvo en O'Higgins, entre Lincoyán y Angol. Era la casa familiar y la oficina.
En aquellos años, recuerda Amalia, "los corredores de propiedades eran nombrados por el Presidente de la República, eran como notarios, porque antes la propiedades se iban a comprar con la plata en una maleta, entonces los corredores eran además, ministros de fe. Esa tradición y honestidad es nuestro principal activo, lo tenemos muy marcado en esta empresa. Nosotros tenemos clientes en Santiago, en Estados Unidos y en Argentina, a quienes administramos sus propiedades", comentó.
Pero hay que adaptarse a los tiempos. Y partió por hacer un cambio de imagen de la empresa reemplazando el nombre de la oficina por "Amalia del Río, Gestión Inmobiliaria", lo que se inserta en un nuevo y más amplio concepto que será el sello de su negocio. Agregar valor a sus servicios.
Ella es contadora general egresada del ex Insuco, donde se dictaban carreras técnicas, pero siempre añoró ser artista, principalmente pintora, oficio al que se dedica hace más de 30 años, primero como hobby y ahora como una segunda profesión.
En Lonco Norte, donde se construye su casa después de divorciarse hace 6 años y partiendo de cero, dice que quiere tener allí su taller, recuperar esa parte de su vida que siempre estuvo vinculada con la pintura y otras artes.
Sin embargo, esta no es una decisión que implique volver al pasado, al contrario, esta renovación personal y profesional se la tomó tan en serio que decidió entrar a la universidad para adquirir más conocimiento y perfeccionar sus técnicas, las que aplicará no sólo en sus creaciones artísticas sino también en este reenfocar su gestión inmobiliaria. Es así que ya cursa su segundo año de la carrera de Diseño de la Universidad del Desarrollo, un decisión que se autocuestionó mucho y donde el temor y la inseguridad fueron capaces de sobreponerse al deseo de salir adelante. "No es fácil llegar a una clase donde todos son jóvenes y yo con 58 años, pero todos me han acogido muy bien".
familia y trabajo
Entre los últimos negocios importantes de la empresa destaca el edificio El Tranque que primero administró y luego vendió todos los departamentos. Actualmente, está con el proyecto de la inmobiliaria Altamira "de mi gran compañero de vida", dice, al tiempo que agrega que lo más importante son sus hijos Raimundo (22) y Gregorio Salazar del Río (20), con quienes vive y, su hija mayor, Soledad (28) que está radicada en Australia.
La actual cartera de clientes es de unos 200. Antes del 27/F eran unos 500, señala, pero agrega que "se nos vinieron abajo muchas propiedades, en su mayoría propiedades grandes y antiguas".
Finalmente, recalca que la idea es acercar la asesoría y el diseño a las familias y a costos razonables e incentivar a la gente a que no venda sus casas. Ocurre que por ejemplo, las casas más grandes tienen sus dormitorios principal y el baño en el segundo piso, pero la idea es que la familia púeda seguir disfrutando su casa, hay que hacerla usable desde el punto de vista práctico y que estas personas no tengan que irse a vivir a departamentos caros y malos", concluyó.