Hechos de violencia
La muerte de dos jóvenes universitarios a manos de un particular, tras finalizar la marcha de protesta realizada hace unos días por estudiantes y profesores en Valparaíso, conmocionó a todo el país, debido a la dolorosa situación y el contexto en que ocurrió.
Los dos alumnos murieron en condiciones que la justicia deberá aclarar, pero participaban en la movilización destinada a expresar su disconformidad por los proyectos de reforma educacional presentado por el gobierno, que se encuentran en trámite en el Congreso. Además, fue la oportunidad para reflejar el descontento que existe entre los profesores por la tramitación de la llamada carrera docente.
La ciudadanía ha lamentado y condenado la desproporcionada reacción de otro joven que los enfrentó debido a que su propiedad estaba siendo dañada con grafitis o rayados. Esta respuesta, disparando presuntamente sobre los manifestantes, es un llamado a meditar acerca de la sociedad violenta que estamos construyendo y de la facilidad con que las personas echan mano a las armas para resolver sus diferencias.
Este desgraciado hecho también genera inquietud porque ocurrió a pocos días de que la Presidenta de la República deba rendir su cuenta ante el Congreso Nacional, en Valparaíso, acontecimiento republicano que, lamentablemente, también cada año genera asimismo violentas protestas en esa ciudad donde está instalado el Poder Legislativo.
Es el momento de analizar con calma las proyecciones de este nuevo hecho, que nos pone a prueba como sociedad, y que no debe servir para exacerbar los ánimos, sino que al contrario, para sumirnos en una profunda meditación con el propósito de entregar aportes para que no se vuelvan a producir situaciones similares.
Hay que esperar y confiar en que las posiciones divergentes sean respetadas y que el derecho a manifestarse en forma pacífica y respetando los derechos de los demás sea aceptado y, a la vez, erradicar la tendencia de hacer justicia por su propia mano, como ya se está haciendo cada vez más frecuente.
Cabe preguntarse una vez más cuál es la sociedad que estamos construyendo, ya que la violencia siempre genera más violencia.