Periodista sin título
Intuición. 1.f. Facultad de comprender las cosas instantáneamente,
sin necesidad de razonamiento.
Diccionario de la Lengua Española
Nunca ha hablado de sus intuiciones acertadas. Es posible que aceptar la invitación de Mario Kreutzberger a hablar de manera franca haya sido una buena intuición. Fue una decisión arriesgada, como un salto de trapecista sin red, con la única seguridad de que el mítico animador es quien ha entrevistado a más presidentes, chilenos o no. Lo hizo sin esforzarse por ocultar sus emociones. Por lo menos en dos instantes, las lágrimas afloraron s sus ojos: cuando se refirió a la "imprudencia" de su hijo Sebastián y cuando anunció que había pedido la renuncia a todos sus ministros. Por algo, a renglón seguido, Kreutzberger le habló de sus "dos hijos": el biológico, Sebastián Dávalos, y el político, Rodrigo Peñailillo.
La entrevista desconcertó a muchos chilenos. A los periodistas, en primer lugar: siempre han mirado con recelo las incursiones reporteriles de Don Francisco. También se desconcertó buena parte de la clase política, aunque ese es otro tema.
La arista periodística la abordó el animador sin complejos. Cuando la Presidenta lo trató de periodista, se sacudió hábilmente el sayo rechazando el apelativo. Pero evidentemente actuó como periodista y como buen periodista al lograr que, finalmente, ella hablara francamente de lo que ha vivido desde comienzos de febrero, cuando Qué Pasa hizo estallar la información sobre los negocios de su hijo y de su nuera.
Pero lo más importante fue el anuncio del cambio de gabinete. Obviamente, más que el trabajo del entrevistador, este golpe noticioso fue el resultado de una decisión personal de la Presidenta. Ello no le quita mérito a la entrevista. Al revés, subraya que siempre en estos casos lo más importante es la credibilidad. Y en la actualidad, don Francisco es, sin duda, el más creíble de los entrevistadores: espontáneo, sin poses, sin temor a hurgar en la sensible piel de cualquier entrevistado. Ha cultivado por años su prestigio como independiente junto con una gran capacidad de generar confianza.
honoris causa.
Los chilenos, en general, somos desconfiados, fenómeno que no es reciente, sino de antigua data. Y es probable que buena parte de los anuncios sobre probidad realizados recientemente por la Presidenta Michelle Bachelet reconozcan ese fenómeno de manera implícita.
Resulta evidente que debe regularse la relación entre los negocios y la política, pero no para negarla, sino para transparentarla, tal como debe ser cualquier vínculo entre partes. Desconocer que ello existe y que ha marcado la historia y el poder, es una ingenuidad.
Las sociedades y las relaciones son dinámicas y lo que ayer se toleraba, hoy no resulta aceptable. La discusión actual se vincula con los nuevos estándares del país, con apuntar que vivimos en una sociedad compleja que tiene nuevas preocupaciones.
Es cierto, los cambios deben tener un correlato que reconozca aquello, pero también que tenga pies en la realidad, con el fin de concretar transformaciones plausibles y no meras ilusiones. Lo negativo es que, en general, las medidas anunciadas por la Mandataria en esa ocasión no contemplaban esta realidad.
Las sociedades avanzan cuando se confía en el otro, cuando existen grupos que entienden que el éxito del conjunto es también el propio y se asume que eso es el eje del progreso.
Queda cierta impresión de que en parte importante de los anuncios, que ahora deberán ser revisados por el Congreso, subyace la profunda desconfianza en los distintos estamentos de la sociedad, privados y públicos.
Y aquí se debe ser categórico. No es cierto que todos los políticos son corruptos, o que los empresarios sólo piensan en su lucro personal y son indiferentes al desarrollo país. Esa mirada es errada y sesgada, seguramente promovida por el momento político del país que vive una coyuntura en que muchos exigen medidas drásticas, pero tienen poco que proponer.
Es cierto, hay mucho que mejorar, legislar y cautelar, pero construyamos con confianza en el otro, no asumiendo que la excepción es la norma. Es básico levantar la sociedad confiando. Construir un país sobre cimientos contrapuestos no es sano en el mediano ni largo plazo. Chile no gana con esa mirada negativa.