Antes del frío invierno
Philippe Claudel es una de las voces más atractivas de la narrativa francesa contemporánea. Suyos son El Informe Brodeck, Almas Grises ,La nieta del señor Lihn y Aromas, entre otras sin traducción aún al castellano. También es director de cine y por cierto escribe sus propios guiones. Sus textos además de buenas historias contienen ideas profundas.
Después de la bellísima "Hace mucho que te amo", nos entrega ahora otra película notable "Antes del frío invierno". Claudel estuvo en Chile invitado a la Feria Internacional del Libro 2013. Allí lo conocí y pude decirle que lo admiraba. Que me conmovía su manera de escribir, los temas que abordaba, su enorme sensibilidad.
Con "Antes del frío invierno" lo admiro aún más. Es una película como la saben hacer los franceses: un historia sencilla en medio de los avatares de la vida moderna, pero en la que detrás de esa sencillez hay toda una carga de sentimientos y emociones guardados.
Daniel Auteil (Paul) es un neurocirujano exitoso en una ciudad francesa importante. Su vida es una vorágine a los 60 años. Su esposa por varias décadas es la bellísima Kristin Scott-Thomas (Lucien). Tranquila, reservada, fanática de su jardín que cuida personalmente. El suyo es tan amplio y bello que concurren personas a conocerlo en tour guiados por la propia Lucien. Forman una pareja estupenda. Tienen un hijo, una nuera y una nieta hermosa. Son unos burgueses auténticos.
Pero es aquí donde se cruza la vida, tal cual es: con sus rosas y sus filudas espinas. ¿Son todo lo que aparentan ser? Ella tiene una hermana enferma, que se lo pasa internada en un siquiátrico; él conoce a Lou una muchacha tunecina en un bar donde atiende. Quiere ser infiel, aunque no se atreve, pero se vuelve obsesivo con la joven. Un colega médico se ha pasado la vida enamorado de Lucien.
Los recurrentes temas de Claudel están aquí: el amor fraternal, la inmigración y sus complejidades, los silencios, lo no dicho, lo que pudo haber sido y no fue. Es una película hecha de silencios, precisamente; de comportamientos histéricos de repente, y de una música delicada y nostálgica. ¿En la recta final de la vida es tiempo aún de rectificar? ¿Es la vida que soñamos? parecieran ser las inquietudes latentes.
Los cineastas chilenos deberían aprender de estas películas, de su factura. En que nada falta ni nada sobra. ¿Eso es el genio? No lo sé. También creo que Concepción debiera contar con un cine muy pequeño que sirviera como cine-arte y estas películas de autor, que no son de taquilla masiva, pudieran verse con calma y más tiempo. No basta un solo día. Público hay. Me dirán para eso están el DVD y el Internet. Es que no es el mismo. Para los que amamos el cine: la pantalla grande, la oscuridad son elementos intransables. Para las que amamos a Philippe Claudel un motivo extra para seguir haciéndolo.