Alto rendimiento y espectáculo de masas
Los niveles de rendimiento que logran los deportistas hoy en un gran número de disciplinas es tal que su práctica competitiva se convierte en un espectáculo de calidad y en muchos casos con una alta demanda popular. Los grandes eventos deportivos y la exposición que logran a través de los medios de comunicación han popularizado muchos deportes como el fútbol y el tenis por mencionar algunos que en nuestro país han tenido repercusión en su vertiente práctica y también como espectáculo.
Lo anterior ha llevado a la profesionalización de los mejores deportistas y en muchos casos a una compensación económica por la dedicación al entrenamiento. El principio de selectividad en este ámbito es tremendo y, por ende, el esfuerzo detrás de cada deportista, muy grande. De los muchos que intentan la aventura de la profesionalización, solo unos pocos llegan a cumplir el sueño.
Los medios de comunicación juegan un papel importante en la exposición de estos deportistas que llegan a convertirse en personajes populares que representan modelos de comportamiento no sólo en lo deportivo y en las virtudes asociadas al deporte, sino también en lo social y económico.
La motivación es, sin duda, un motor para que muchos se aficionen a la práctica deportiva. En este esquema encontramos la relación entre la práctica de los deportistas de elite con la gran masa de practicantes, sobre todo de niños y jóvenes, influenciados por figuras como Sánchez, Vidal y Bravo en la actualidad o Ríos, Massú y González, que marcaron un antes y un después en el tenis.
Pero detrás de la exposición mediática y el espectáculo se esconde una realidad con la que estos deportistas deben luchar a diario. Me refiero a la pugna entre los factores de rendimiento y la salud. El tipo de esfuerzo al que son sometidos es tal que el peligro de lesión es constante, por lo tanto, la profesión deportiva tiene un doble riesgo permanente. Por un lado, el riesgo de un insuficiente rendimiento que se traduce en insuficientes resultados, fracaso y frustración y, por otro, el riesgo físico que puede desembocar en deterioro de la salud, circunstancia que en el deporte de alto rendimiento no debe ser ignorada, pues es un costo muy alto que los deportistas deben asumir. Todo por el bien del espectáculo.