Solidaridad universitaria
Durante este verano, al igual que todos los años, miles de jóvenes de las más diversas organizaciones han recorrido nuestro país como parte de las variadas cruzadas de trabajos voluntarios, misiones, escuelas de verano y campamentos de formación.
Escribí estas letras en la localidad de Huachi, al interior de Santa Bárbara en la Provincia de Bío Bío, donde visité a estudiantes de la Universidad San Sebastián, quienes con entusiasmo y compromiso realizaron acciones solidarias en sectores alejados de las grandes ciudades.
El programa de actividades comenzó los primeros días de enero en Punta Lavapié, en la Provincia de Arauco, donde las Misiones revivieron después de 35 años las tradicionales procesiones marítimas de San Pedro, bendiciendo una imagen del santo patrono de los pescadores. Luego continuaron en Alto Bío Bío.
Por diez días, estudiantes de Pedagogía dieron curso a la Escuela de Verano 2015, un exitoso proyecto que ya cumplió su cuarta versión. Esta iniciativa permitió que alumnos de diferentes carreras aprendieran de sus compañeros que cursan Pedagogía cómo enseñar a familias, niños y jóvenes, diversas materias sobre higiene, prevención, alimentación saludable y hábitos de aseo, entre otros aspectos que mejoran la calidad de vida de estas comunidades. Asimismo, alumnos de carreras del área de la salud entregaron servicios a una población ávida de recibir estas prestaciones y de esta manera se generó un círculo virtuoso. Todas estas acciones promovieron el desarrollo social de familias que no pueden acceder a recibir atención preventiva en Medicina, Odontología o Nutrición, entre otras disciplinas.
Los trabajos de verano que con tanta satisfacción visité permitieron remozar tres escuelas rurales, construir juegos infantiles y llevaron alegría, deportes y atenciones de salud a sus comunidades.
Estas semanas fueron, sin duda, una experiencia muy valiosa en la formación de estos jóvenes. Al verlos trabajar con tanto esmero y cariño, surge la inquietud por la falta de preocupación por los grandes problemas que aquejan a la educación superior en Chile: la baja preparación que alcanza la gran mayoría de los egresados de cuarto medio y la ausencia de financiamiento para implementar acciones remediales que permitan disminuir la deserción en los primeros años de universidad.
Si bien algunas instituciones hemos realizado notables esfuerzos por nivelar a los alumnos en primer año, no es suficiente sobre todo cuando se trata de estudiantes que provienen de segmentos socioeconómicos más vulnerables y que han tenido menos oportunidades en la vida. Los mismos jóvenes que con entusiasmo y generosidad suelen participar en estas jornadas solidarias inolvidables propias del verano.