Cristina y Clarín
Visceralmente más desconfiada que su marido, Cristina Fernández nunca miró con buenos ojos al diario Clarín. Cuando Néstor Kirchner era Presidente, ella no aprobaba la cercanía que tenía con el propietario del diario, Héctor Magnetto. Según la periodista Graciela Mochkofsky, Cristina reprendía con dureza a su marido y a sus asesores: "Ustedes son unos tarados que creen en Clarín".
Aunque Kirchner tuvo diferencias con Clarín (y también con La Nación), por lo general se limitaba a ásperos llamados telefónicos cuando algo le molestaba. Una reacción frecuente en gobierno dictatoriales pero que no es rara en regímenes democráticos.
La situación cambió con la llegada al poder de Cristina Fernández.
Los motivos de fricción se multiplicaron: desde las reiteradas críticas de la prensa a la apariencia de la Presidenta hasta temas de fondo como la preservación del medio ambiente y dos leyes que afectaron o pueden afectar al periodismo: la ley de comunicaciones y la que restringe la fabricación, comercialización y distribución de papel para diarios.
Un elemento decisivo en esta ecuación es La Cámpora, organización juvenil peronista de carácter mafioso. Con creciente poder, recurre a la fuerza cuando se trata de reprimir acciones que no son del agrado de la Presidenta. Se manifestó públicamente por primera vez durante el extenso paro de los empresarios del agro y la ganadería en 2008 y más tarde estuvo detrás del boicoteo a los diario Clarín y La Nación, bloqueando la salida de los camiones de reparto de los talleres de impresión.
Esta vez la crispación producida por la sospechosa muerte del fiscal Alberto Nisman llevó las tensiones a un inédito extremo.
La información de que el fiscal había planeado pedir la detención de Cristina Fernández por el caso Amia, fue el detonante. Como inicialmente fue desmentida, Jorge Capitanich, "Jefe de Gabinete de Ministros de la Nación", no encontró nada mejor para expresar su público desprecio que romper en pantalla las páginas de Clarín.
Pronto, sin embargo, se demostró que la versión de Clarín era cierta. En definitiva, en esta batalla el gobierno salió perdiendo. Al comienzo fueron las contradicciones de Cristina, luego el descontrol de su equipo y ahora un generalizado rechazo.
Comentó la Fundación LED (Libertad de Expresión + Democracia): "Esta actitud, de uno de los más importantes funcionarios del Gobierno Nacional, refleja un nivel de desprecio por la libertad de expresión y de prensa y una concepción tan autoritaria del ejercicio del poder que no registra antecedentes en las naciones que respetan las garantías democráticas."