Círculos de mujeres: espacios de energía que curan desde adentro
La mayoría de ellas no se conoce, pero sesión tras sesión han logrado conectarse a un nivel tan profundo que logran sentirse como si fueran hermanas.
Ellas, enfocadas en un tema en particular, se sientan formando una rueda, donde la energía es el principal invitado. Así es como comienzan una interesante terapia, que cada vez va ganando más adeptas.
Se trata de los círculos femeninos, encuentros que no distinguen entre creencias religiosas, pero que tienen como objetivo reconectar a las mujeres con su esencia y, desde allí, generar un empoderamiento.
Su origen se remonta a costumbres ancestrales, cuando las mujeres se reunían para hablar de temas propios de ellas, como sus derechos y valores en la sociedad. Los temas de reunión era variados, algunas tejían, otras cocinaban, bordaban o pintaban sobre lienzos, y, de ese modo, se encontraban en 'común unión' con el mismo fin.
Todavía hay quienes se reúnen en luna llena, comparten técnicas de respiración, hacen mandalas u otra actividades.
Sin embargo, son los asuntos del día a día, las preocupaciones y problemas afines los que hacen que la conversación fluya con naturalidad.
Así lo afirmó la experta Romy Garcés, quien indicó que si bien en estos espacios se habla habitualmente de la divinidad, de temas espirituales, de la conexión con los ciclos de la naturaleza (como por ejemplo, la relación de la menstruación con la luna), se pueden llevar los temas a lo mundano.
'Al centro de nuestro círculo siempre pongo las cartas de 'El Oráculo de las Diosas', de Silvia Selowsky, que muestra 28 arquetipos femeninos, todos ellos presentes en mayor o menor medida en nosotras mismas. Resulta muy grato cuando empezamos a conversar de esos arquetipos, representados por diosas de distintas mitologías, y vemos que alguna se ha identificado tanto tiempo con Démeter, la abnegada madre, siempre dispuesta a nutrir material y emocionalmente a otros, y se ha olvidado de que también quiere ser Freya, gozadora de su sexualidad', detalló.
'SOMOS ENERGÍA'
Respecto de la experiencia de compartir un círculo, Garcés lo describió como un espacio íntimo y contenedor, 'que muchas veces genera una especie de catarsis, donde nos proyectamos en lo expresado y obtenemos un aprendizaje significativo para nuestras vidas'
La profesional, que facilitó un círculo con mujeres de 8 a 59 años, explicó que en estos espacios se entiende la importancia de empatizar con los otros, en cualquier circunstancia, 'y tener la capacidad de aprender de esas experiencias para no repetirlas, o bien para detectar cuando hemos estado también en eso y no nos damos cuenta'.
Ingrid Chávez, orientadora familiar, definió estos encuentros como una terapia profundamente sanadora. Llegó a ella tras participar de un círculo de mujeres y constatar sus beneficios, 'y el hecho de que sólo sean mujeres hace que la energía sea distinta. Es tanta la conexión que se evidencia a nivel de química del cuerpo, porque al reunirse en círculo con mujeres, los ciclos hormonales se van alineando'.
'Lo que se busca, como género, es sentirse acompañada, contenida. Es una forma de trabajar donde las mujeres se sienten más protegidas y en confianza', describió Chávez.
En estos grupos se pueden abordar temas de empoderamiento, violencia o temas de relajación. 'En el círculo somos todas iguales, entonces todas se sienten integradas. No somos sólo un cuerpo físico, sino que además somos energía', señaló la terapeuta, quien a lo largo de 2014 dirigió un círculo con un grupo de madres cuidadoras de niños con discapacidad, las que pertenecían al Departamento de Discapacidad de la municipalidad de Concepción.
EXPERIENCIA
Convivir con la discapacidad de un hijo no es una situación simple, por lo que abordar este tema fue clave para aquellas 15 madres que participaron en el círculo de mujeres enfocado en su realidad.
'La idea era que primero entendieran qué es la energía y cómo se manifiesta en su cuerpo. Después, reconocer emociones y ver cómo gatillan síntomas, reconocer puntos energéticos en el cuerpo (chakras), y temas de la relación con los hijos, tales como manejo conductual, alteraciones sensoriales, saber cómo enfrentar esto en la relación de pareja, y cómo sentirse más libre y menos culposas', explicó la orientadora familiar.
Algunas sufrían de colon irritable, además de diversos problemas asociados al comportamiento de los hijos. No obstante, a través de 10 meses de trabajo, ellas experimentaron cambios que les ayudó incluso en la forma de enfrentar el día a día.
'Ellas decían que habían adquirido herramientas para manejar de mejor manera el estrés, lo que les ayuda en la relación con los niños. Es más, ellos (los niños) también mostraron cambios en su conducta, porque les influye la energía que uno, como mamá, les entrega, por lo tanto, si nosotras estamos más fuertes y más claras, ellos reaccionan ante la forma de enfrentar lo cotidiano', afirmó.
Respecto de lo anterior, la profesional aclaró que aunque las discapacidades de los menores eran distintas, para las madres era de gran valor estar rodeadas de otras mujeres que debían vivir situaciones tan complejas como las de ellas, 'este es un bonito trabajo de acompañamiento. Nos hace sentirnos orgullosas de ser mujeres y de poder alimentar juntas nuestra energía'.
La experiencia de compartir en círculo, en un espacio íntimo