Todo comenzó cuando varios padres de hijos con alguna discapacidad se acercaron a establecimientos de educación superior y en muchos de éstos las barreras se hicieron latentes. Pero, con la inquietud de que sus hijos pudieran estudiar alguna carrera profesional o técnica, el Instituto Profesional Virginio Gómez apostó por incluir a un grupo de alumnos con discapacidad auditiva.
Sandra Narváez, directora del Servicio Nacional de la Discapacidad (Senadis) Biobío, cuenta que fue en ese contexto que el establecimiento postuló a lo que ellos denominan 'Proyecto Institucional', en el que Senadis pone recursos a disposición de cualquier proyecto educativo que presente una iniciativa en favor del proceso de inclusión en la educación, ya sea básica, media o superior. Fue así como ocho estudiantes sordos, de distintas carreras, se vieron beneficiados con el servicio de intérpretes, facilitando así su proceso de inclusión en la educación superior.
Pero el proyecto duró un año y Virginio Gómez no se lo adjudicó nuevamente. Entonces, recuerda Narváez, se preguntaron cómo los podrían seguir acompañando y fue así como crearon el Programa de Continuidad, el que en 2014 benefició a 18 estudiantes de educación superior de las distintas provincias. "Este plan ayuda a alumnos con discapacidad auditiva -sordera total-, y algunos con discapacidad física. Senadis entrega recursos que, en el primer caso, costean el servicio de intérprete y, en el segundo, el traslado", especifica Narváez.
POSITIVA EXPERIENCIA
Edward Maldonado de 25 años y Alexis Mora de 24 años son dos de los estudiantes que forman parte de este programa. Ambos estudiantes de la carrera Técnica Nivel Superior Analista Programador en la mencionada casa de estudios, llevan tres años con el servicio de intérprete otorgado por Senadis.
Junto con finalizar el 2014 también se acercaba el periodo en que debían realizar su práctica profesional. El esfuerzo y las ganas de seguir superándose los llevó hasta la Dirección Regional de la Junta de Jardines Infantiles (Junji) Biobío, donde fueron recibidos en la Unidad de Informática y pudieron cumplir esta importante etapa de su formación académica, entre diciembre de 2014 y enero de 2015, con un positivo balance.
Y es que, en primer lugar, para Edward y Alexis ésta se transformó en una primera experiencia laboral en una organización tan grande. "Al principio creíamos que no íbamos a poder , por lo que esto también hizo cambiar nuestro pensamiento, por que sí podemos trabajar en una organización grande, porque sordos y oyentes tenemos la misma mente, podemos cumplir los mismos horarios y hacer las mismas cosas. Ahora somos nosotros los responsables de buscar qué hacer más adelante y seguir construyendo nuestro camino", reflexiona Maldonado.
En ese sentido, la recepción de Sebastián Navarro, ingeniero en informática, quien estuvo a cargo de guiar y evaluar el desempeño de los jóvenes, jugó un papel clave. "Cuando llegamos la primera vez y le entregamos nuestro currículum, Sebastián tenía una actitud muy tranquila. Ahora hemos ido adquiriendo confianza, nos ha enseñado y nosotros también le hemos enseñado lengua de señas, y quién sabe si más adelante él puede aprender la bien y si llega algún otro sordo se va a poder a comunicar con él, porque ya tendrá la experiencia", manifiesta Alexis Mora.
CONOCER
Sebastián Navarro había tenido otros alumnos en práctica, pero siempre habían sido oyentes. Por eso, recuerda que al principio tuvo cierto temor porque no sabía cómo se iba a comunicar con Edward y Alexis, y cuando supo que los jóvenes irían con una intérprete ese miedo se esfumó.
Eso sí, reconoce que la experiencia le demuestra que aún los oyentes están muy desinformados respecto de la comunidad sorda. "Pensaba que ellos sabían leer perfectamente, entonces los primeros días les entregué manuales y videos con subtítulos para que se instruyeran, pero luego supe que ellos no entienden las palabras y, de hecho, no todos leen", afirma.
Desde allí Edward explica que algunos sordos saben leer, pero hay muchos que no conocen las palabras propiamente tal. "Hay sordos que son muy capos, porque han estudiado en Santiago, una educación diferente que les facilita si se van a otras ciudades. Pero, lamentablemente, los profesores piensan que porque uno es sordo se le debe enseñar sólo lo básico y a veces uno tiene muchas ganas de aprender, pero nos niegan esa oportunidad y venimos a aprender tarde, como yo, que he estado aprendiendo palabras, pero ya soy adulto y lo pude haber hecho antes", sostiene.
Y es que para los sordos el lenguaje de señas es su primer idioma y el español propiamente tal es el segundo. Es así que los procesos de adquirir oralidad y lectoescritura son muy distintos, y requieren de un importante trabajo interdisciplinario que en Chile, en la mayoría de los casos, no se da.
De hecho, Maldonado y Mora coinciden en que, hay muchos padres de personas sordas que no manejan lengua de señas e, incluso, sordos a quienes no se les ha enseñado esta primordial herramienta de comunicación.
Por eso, desde esta experiencia que evalúa como positiva, Sebastián Navarro cree que aún hay desafíos pendientes como sociedad y uno de esos es conocer la cultura de la comunidad sorda.