Rinaldo Pinto apagó su cámara para siempre
Su buen humor y agradable compañía son las palabras con las que amigos, colegas y familiares recuerdan al reportero gráfico oriundo de Valparaíso Rinaldo Pinto Montenegro, quien falleció a los 64 años, tras una difícil lucha contra el cáncer.
Fue una larga trayectoria en prensa la escrita la que le valió un lugar importante entre sus compañeros y demás trabajadores de medios de comunicación.
La misa en su recuerdo se efectuará hoy a las 11.00 horas en la Parroquia Profeta Isaías, ubicada en General Gorostiaga nº 1260. el cortejo dirigirá luego al Cementerio de Trupán, donde se realizará la despedida definitiva.
En dicha iglesia fue donde durante el día de ayer, en las visitas al recordado fotógrafo, surgieron muchas de las historias y anécdotas que aún se conservan en las memorias de sus cercanos.
Su llegada a Diario El Sur se remonta a la década de los '80, tras su viaje desde Noruega, destino al que arribó tras un largo periplo como marino mercante, lo que le permitió recorrer varios países.
Sin embargo, luego de pisar tierras locales encontró un lugar donde logró destacarse y dejar una honda huella.
SU RECUERDO
Son aquellos que lo conocieron y acompañaron durante sus inicios en la prensa quienes lo recuerdan con especial nostalgia.
Ellos, los fotógrafos penquistas de la "vieja escuela", quienes en dos décadas vivieron el traspaso a las nuevas tecnologías fotográficas; quienes acompañados de sus cámaras recorrieron las calles durante la dictadura; y que han sabido retratar el paso de los años; despiden "al Rino" con sonrisas al recordar los días compartidos.
César Arroyo es uno de ellos. Se conocieron en los '80, cuando Pinto llegó a revolucionar el sistema fotográfico. "En ese tiempo éramos pocos fotógrafos, así que nos conocíamos todos. Compartíamos el trasnoche con los colegas, un poquito de bohemia. Lamentamos mucho su partida".
Como un excelente compañero de trabajo y amigo lo recuerda Víctor Salazar. "Éramos muy amigos. Hace años tuvo un problema de salud y necesitaba sangre y fuimos con otro colega, Ricardo Sanhueza, a donarle. A partir de ese momento nos convertimos en hermanos de sangre y él lo sabía".
En 1981 Alipio Ortega conoció a Rinaldo Pinto, cuando éste trabajaba en laboratorio de diapositivas. "Él era bien especial, muy querendón de sus amigos, de cualquier cosa sacaba algo divertido. Él, como pocas personas, lograba sacar el lado humorístico a todo. Era una persona muy alegre y nos va a hacer mucha falta".