Emoción en Oslo
El 10 de diciembre se conmemora el aniversario de la muerte de Alfredo Nobel. Aunque construyó su fortuna sobre la base de las ganancias que le produjo la dinamita, su decisión de donar los fondos para los premios que llevan su nombre lo ha convertido en un gran benefactor de la humanidad. Por eso todos los años, en ese día se entregan los galardones en Estocolmo y en Oslo.
También el 10 de diciembre - y no es pura coincidencia- se conmemora el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada en Naciones Unidas en 1948.
Los premios Nobel se instituyeron en 1895 y se entregaron por primera vez en 1901. Sus categorías originales eran Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura y Paz. En 1968 se agregó el Premio en Ciencias Económicas.
Todos implican un valioso reconocimiento. Para los chilenos, pese al tiempo transcurrido desde que fueron premiados, los nombres de Gabriela Mistral y Pablo Neruda siguen siendo los más conocidos. Pero también es importante el Premio de la Paz. No siempre ha sido elegido con acierto pero en la mayoría de los casos se ha reconocido con acierto a quienes han hecho un aporte a la paz mundial, a veces con enormes sacrificios personales. Eso explica que, en nuestro país, la principal recompensa del premio de Periodismo Coca Cola/ Embotelladora Andina, fuese la posibilidad de viajar a la capital noruega en esta fecha.
Así me ocurrió en 2001, el año del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, cuando los galardonados fueron el entonces secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Anan, y el propio organismo internacional. La oportunidad de estar en Oslo en diciembre es en sí un premio para cualquier habitante de zonas más tórridas. El clima es moderado, pese al invierno, pero lo mejor es que los noruegos son, sin duda, uno de los pueblos más acogedores del planeta.
Sobre todo, hay que destacar el despliegue de entusiasmo en torno a la entrega del Premio en el Ayuntamiento de la ciudad. El Rey preside la ceremonia y, aunque lo hace de civil, con un traje corriente, ello contribuye a potenciar el contenido del mensaje que entregan los premiados.
Como se sabe, este miércoles, mientras en Estocolmo se entregan los restantes premios, en Oslo estarán la adolescente pakistaní Malala Yousafzai -quien estuvo a punto de perder la vida por su defensa del derecho a educarse de las niñas- y el activista indio Kailash Satyarthi.
Ambos tienen mucho que decir. Desgraciadamente, debido a que ya no se entrega el premio de la Coca Cola, probablemente no habrá allí ningún periodista chileno.
En 1988 la Organización Mundial de la Salud determinó que cada 1 de diciembre se conmemore el Día Internacional de la Acción contra el Sida, para difundir lo que esta enfermedad significa y la necesidad de prevenirla. No obstante, desde entonces han muerto por esa causa más de 25 millones de personas en el planeta y se ha transformado en una de las pandemias más mortales.
A pesar de que muchos consideran a este mal como una enfermedad de los años 80, el VIH/Sida sigue con una alta prevalencia de mortalidad, incluso en Chile. En 2010, el país alcanzó una tasa de mortalidad por Sida de 2,5 por 100 mil habitantes. Actualmente se conocen dentro del país a 26 mil personas como portadoras del VIH, a quienes el Estado les entrega gratuitamente el tratamiento a través del sistema Auge, con todos los fármacos incluidos y el apoyo multidisciplinario necesario para hacerle frente.
Sin embargo, hay una cifra negra de la enfermedad y se calcula que en realidad los portadores deben ser unos 50 mil.
Actualmente, hay 15.179 personas bajo tratamiento antiretroviral, con una cobertura de 100%. Pero la gran mayoría de los portadores prefiere ocultar su enfermedad y un alto número la desconoce porque no se realizan los exámenes para detectarla. No obstante, un portador sano puede tratarse a tiempo y combatir la enfermedad, pero como puede tardar hasta 10 años en manifestar sus síntomas, quienes la desarrollan por largo tiempo reducen sus posibilidades.
Por esta razón, se han desarrollado diversas campañas para promover que las personas en riesgo se realicen los exámenes a tiempo y detectar el mal para iniciar el tratamiento oportuno. Aún así, el Sida sigue teniendo un componente de discriminación en términos sociales y laborales, que obliga al Estado a mantener reserva de la identidad de sus portadores. Esta estigmatización es una de las principales dificultades para que sus portadores realicen adecuadamente tratamientos.
Se recuerda que en 2011, cuatro niños nacieron en Chile con el VIH, dentro de un universo de 124 mujeres embarazadas a las que se les detectó y trató el virus. Evitar esta trágica realidad debe seguir siendo la meta en salud que deben seguir aplicando los gobiernos.