Insultos racistas
Hace unos días, el jugador de San Marcos de Arica, el venezolano Emilio Rentería, fue objeto de insultos racistas de parte de algunos hinchas, en el partido que se jugó en Rancagua, actitud repudiada por todos los sectores. Posteriormente, el futbolista fue recibido por autoridades en La Moneda, en una señal de la seriedad y preocupación con la que el Gobierno ve este problema.
Se recordará que en abril pasado, no sólo el mundo deportivo se conmovió con el caso de racismo sufrido por el jugador brasileño del Barcelona, Dani Alves, quien en un partido con el Villarreal, recibió un plátano lanzado por un espectador. Más que digno, casi desafiante, tomó la fruta y se la comió antes de continuar el juego. Después, se informaría que el Villarreal prohibió de por vida el ingreso del hincha racista al estadio.
La discusión puso nuevamente de relieve uno de los lunares más difíciles de extirpar en el fútbol de todo el mundo: el racismo, especialmente visible en Europa, donde los gobiernos y las federaciones de fútbol han trabajado para erradicarlo, a través de diferentes sanciones.
A pesar de las características mestizas de la población nacional, el racismo ha sido parte de nuestro fútbol. Hace unos días fue el caso de Emilio Rentería. Antes, lo vivió Faustino Asprilla, cuando jugaba por U. de Chile, en lo que se convirtió en el primer y más publicitado caso de xenofobia en el balompié nacional en 2003.
Durante su visita a La Moneda, el jugador de San Marcos de Arica tuvo la grandeza de manifestar ante las autoridades que O'Higgins de Rancagua, el club que visitaba y cuyos hinchas lo insultaron, no debería ser sancionado, porque la actitud había sido de unos pocos. Más allá de la dignidad del jugador ariqueño, hay que preguntarse si nuestro país llegará a tomar una medida drástica. ¿Qué señal entregarán O'Higgins o la Anfp de cara a la próxima Copa América, cuando Chile reciba a selecciones de distintos países?
Las sanciones ejemplares deben aparecer cuando estos casos apenas asoman. Así como el fútbol chileno no ha logrado erradicar la violencia en los estadios, no puede quedar estático ante la irrupción del racismo en las canchas. Sin embargo, la calidad humana se termina convirtiendo en el mejor antídoto para manifestaciones tan odiosas como las comentadas.