Los riesgos de querer ser padre-amigo
Los adolescentes, en los días que transcurren, crecen y se desarrollan en un mundo social inédito e incluso desconocido, muy alejado de las dinámicas y realidades en las cuales se desenvolvieron sus padres. Muchos, incluso, ya no son educados de la forma en que se solía hacer antaño. Esto tiene una de sus explicaciones en la forma que toman las dinámicas sociales actuales en la sociedad de consumo y de medios de comunicación electrónicos. Esto cambió de forma irreversible el contacto entre las generaciones y define nuevos desafíos en el proceso de construcción de un sujeto contemporáneo.
Las fronteras entre padres e hijos/hijas se borran y derriban, pues el modelo de los padres parece superado, sus verdades y certezas se ponen en duda e incluso suelen ser refutados por las herramientas tecnológicas de los jóvenes.
En esto, muchos padres creen que parte de la solución radica en mantenerse jóvenes y actualizados tanto en las nuevas tecnologías como en el uso del lenguaje juvenil. Así, les cuesta marcar las diferencias de edad, de forma tal que evitan la responsabilidad de colocarse en posición de establecer límites y barreras que impidan las manifestaciones poco creativas de los impulsos juveniles.
Los jóvenes se construyen apoyándose en sus mayores, ya que los necesitan tanto para confrontar ideas como para contrastar sus modos de vivir. Las dificultades se presentan cuando estos adultos-padres se sustraen de estas tareas, dejando a sus hijos sin modelos para identificarse. Gran cantidad de adolescentes son librados al mundo rápidamente por la falta de intervención y de consistencia de la autoridad familiar, emergen los padres-amigos, quienes suelen abandonar su responsabilidad como guías y educadores de la generación a su cargo. Suelen establecer relaciones de seducción como forma de vincularse, dejando de lado una relación de educación. En ellos, los padres pueden encontrar un beneficio narcisista y así el joven, al mirarlos, encuentra un espejo donde sólo se ve a sí mismo; esto es una de las fuentes de los sentimientos de soledad y vacío que acompaña a esta generación de jóvenes.
El padre-amigo deja de ser un padre, sin nunca llegar a ser un amigo. Esta forma de relación provoca serias perturbaciones al interior de la vida familiar y sobre todo escolar, pues reina la confusión de roles, provocando la pérdida del lugar correcto dentro de la sociedad y un sentimiento de identidad que es frágil e incierto, reinando la frustración en todo tipo de relaciones.
Construir relaciones de cooperación, basadas en el aprendizaje dentro de un marco de respeto y tolerancia, permite favorecer el desarrollo psicológico y social, que puedan brindar mejores oportunidades para estar en el mundo, que aquel dominado por la confusión y el desorden, con inversión de roles o incluso la desaparición de éstos.
Padres más saludables y roles más claros, tienen mayor oportunidad de colaborar para permitir el despliegue de los talentos en la adolescencia, en los cuales se puede encontrar mayor plenitud en tiempos de incertidumbres.