Cultura en horario estelar
Hace exactamente un lustro, con la norma de Televisión Digital Terrestre recién elegida, conversaba con un gerente de una importante cadena televisiva. Al consultar sobre si la nueva normativa para el medio podía imponer un aumento en la programación cultural, él lo descartaba de plano. "Las claves son la multiplicidad de señales y el acceso a la alta definición, otra cosa es que alguien quiera aprovecharse y cambiar las reglas del juego".
Junto con octubre llegó la nueva normativa del Cntv. Las cuatro horas mínimas de contenidos culturales a la semana (dos de ellas en horario estelar) han generado un reordenamiento de las parrillas programáticas. Menuda tarea tendrá ahora el Departamento de Supervisión del Consejo, órgano encargado de decidir "programa a programa" si se cumple con lo exigido en la norma.
La mayoría de las opiniones hasta ahora se centran en afirmar que se trata de una medida necesaria para mejorar los contenidos, debido al exceso de farándula y de un desgatado "formato reality". Sin embargo, salvo honrosas excepciones, estos géneros caducaron cuando la audiencia los abandonó en el primer semestre.
Es que cuando se escucha que "los canales de televisión deberán cuadriplicar sus contenidos culturales" pareciera que se trata de un cambio radical. La normativa anterior solo exigía un mínimo de 60 minutos a la semana, tiempo que se dedicaba preferentemente a la programación dominical.
Actualmente, los canales emiten un promedio superior a las 130 horas semanales. Estamos hablando, entonces, solo del 3% del total de sus respectivas parrillas programáticas. ¿Qué justifica el revuelo? La presencia en horario estelar.
Se dice que este cambio es para impulsar la gran reforma de la televisión abierta, el paso de analógico a digital. Sin embargo, ante un eventual escenario de multiplicidad de frecuencias, cómo controlar que los canales no desvíen los contenidos culturales a sus segundas o terceras señales.
¿Demasiado temprano para hablar de ello? Es posible. Sin embargo, es un llamado de atención para entender que esta normativa solo tiene relevancia en el escenario actual: una televisión abierta con cuatro actores dominantes que "se sacan los ojos" por el rating.