Padres son los responsables de enseñar con el ejemplo
Egoísmo y falta de empatía son algunas de las calificaciones con las que usuarios de redes sociales criticaron la actitud de los pasajeros del bus cuyo chofer demostró la semana pasada la importancia de respetar a las demás personas, cediendo su propio asiento a una mujer que llevaba un bebé en sus brazos.
Este tipo de actitudes tendrían estrecha relación con los valores, que responden a normas de conducta y actitudes para un buen comportamiento y que son fundamentales para una sana convivencia con otros, por lo que resulta imprescindible tenerlos siempre presentes.
No obstante, "los valores no se transmiten vía genética", recordó la psicóloga clínica y Magíster en Familia, Magaly Cerda Lamig, por lo que es tan importante tenerlos en cuenta en la educación.
"Debemos saber que los valores no se enseñan a través de grandes explicaciones o dando una lista con aquello que consideramos correcto y lo que no, esperando que sean memorizados. Los valores se transmiten a través del ejemplo", sostuvo.
La pérdida de valores sería, a juicio de la profesional, la raíz de gran parte de los problemas sociales. Pero esta carencia se explicaría porque el entorno familiar en el que las personas crecieron no les enseñó un modelo que presente valores éticos y morales. Las consecuencias de este problema se observan la insensibilidad y la falta de la solidaridad.
EDUCACIÓN DE VALORES
Según explicó la psicóloga, la familia es considerada como la primera escuela, por lo que la educación que ésta transmita permitirá tomar decisiones correctas de acuerdo a los valores que se hayan aprendido. Para esto hay que considerar el grado de madurez, de entendimiento y de comprensión del niño, además de la edad y etapa del desarrollo en que se encuentra.
"A través de pautas comportamentales básicas, como dar las gracias, pedir por favor, saludar, despedirse, comer correctamente o no interrumpir las conversaciones, se podrá construir los cimientos sobre los que los niños levantarán su seguridad, independencia y desarrollo", aseguró Magaly Cerda, quien detalló que entre los tres y cuatro años los menores necesitan explicaciones para asimilar los valores, entienden las normas, aunque no siempre las respetan.
De cuatro a cinco años, a pesar de que aún están en la etapa egocéntrica, tienen mayor sentido de justicia y empatía. Entre los seis y nueve años tienden a una conducta más rebelde y cuestionan las normas de sus padres.
Desde los diez años los niños comienzan a sufrir cambios físicos, psíquicos, de humor y de comportamiento significativos. Muchos de los valores enseñados ahora carecen de sentido.
"Muchos adolescentes expresan su inseguridad a través de un mal comportamiento. Es importante que los padres estén muy presentes en esta etapa, sean pacientes y les ayuden a madurar dándoles la oportunidad de experimentar, equivocarse y aprender de sus propios errores. Cuando los hijos ven a sus padres practicar la honestidad, el respeto, la justicia, la consideración, la bondad, el autocontrol y la empatía, los imitarán debido a que ellos son sus referentes valóricos", manifestó la profesional.