El arte es una provocación, que duda cabe, un llamado hacia las búsquedas del creador, como también el receptor del mensaje. Por eso, desde un principio, el mensaje de la artista penquista Lucía Haristoy era un signo de curiosidad.
"Los invito a visitar la instalación 'Ánima de los deseos' (...) Mágica Especie miscelánea /fetiche que tiene la capacidad de conceder deseos y alimentarse de ellos, domina la realidad e invoca la fantasía. Desde el agua aparece ante los grillos antropomorfos cubierta de plumas en llamas y enciende pasajes subterráneos (...) No olvide pedir un deseo...y alimentar al ánima".
No cabía otra posibilidad. El camino, como ese transitar amarillo del Mago de Oz, señalaba hacia las dependencias de Zaguán. En este nuevo espacio de creación en la capital regional -Rengo 125- nos esperaba Lucía, según nuestro deseo. A ver si se cumple.
"Todo partió con 'animita'. Me encantan y siempre quise hacer una ficción de animita o alguna especie de altar (...) Llegue a animismo y de animismo a ánima. Investigando sobre el ánima llegue a los arquetipos del inconsciente colectivo de Carl Jung. El concepto de "ánima" me hizo sentido con las recurrentes "apariciones" en mi trabajo,de ahí el título", cuenta quien está dedicada a pintar hace 15 años (estudio Licenciatura en Artes Visuales en UdeC).
- Esta ánima es recurrente en mi trabajo. En obras anteriores podemos encontrarnos con muchas bajo el nombre de "apariciones" generalmente, que también son ánimas que aparece mágica, hipnótica y envolvente (...) Parece un híbrido con otros animales.
- Pienso que sí, al transformarse la abra en un objeto fetiche.
- Cualquier deseo libre.
- ¿Cómo llegas a transformar este imaginario en una instalación?
- Zaguán me propuso intervenir el muro. Una animita fue lo primero que se vino a mi mente como te dije antes. Siempre quise hacer una, pero la idea fue evolucionando lentamente y tardó algunos años en tener forma y ser tangible. Como pasa con muchas ideas, siempre están circulando.
- La idea es hacer partícipe al espectador de la obra. Que éste pueda interactuar con ella, para sentirla más cercana y propia. Anotar un deseo en una plaquita, pegarla en el muro y prenderle velas al ánima (...) Que se genere un "diálogo" entre las plaquitas, que se nutra la historia y que sea divertido. Poder usar más sentidos para observar, ¿quién no quiere pedir un deseo? Yo creo que a todos nos gusta jugar.