El empresario que desea llevar los bonsái con especies chilenas al mundo
carlos rodríguez
Extender el negocio del bonsái a todo Chile, pero en lugares aptos para ello, es la meta que tiene el joven Roberto Francesconi, propietario de Golden Bonsái Chile B Company, empresa nacida en Concepción y que cuenta con dos locales, por ahora.
El emprendedor cuenta que cuando entró a estudiar Ingeniería Forestal siempre le llamó la atención las especies en peligro de extinción. Y algún momento, cuando entró a trabajar a una empresa privada, descubrió el mundo del bonsái en el año 2003.
Ahí nació la idea de hacer algo con la conformación del vivero en un campo de Hualqui. Todo iba bien hasta que el negocio se detuvo con el 27/F. Lo que se había logrado se perdió producto de los saqueos a los locales que tiene en la avenida Pedro de Valdivia y Tucapel.
Confiesa que quedó en la ruina y su proyecto entró como en una laguna. Tras un tiempo de meditar qué hacer y de juntar los recursos para partir de nuevo, se lanzó otra vez con su empresa.
Destacó que trabaja con insumos que en Chile no están, son traídos de China y son, por ejemplo, los maceteros de loza, el sustrato y cómo se conforman las especies. Incluso los permisos comerciales hay que ajustarlos, pues no es un nicho común, es atípico.
Además, hacer el nexo con el gigante asiático, el modo de concretar los embarques y generar el vínculo le tomó 5 años, previo al terremoto. 'Es todo un mito, porque afuera uno se encuentra con mil barreras, pero nos dio el pie para contar con los productos originales en la Región y en estos momentos somos una empresa innovadora y líder, ya que contamos con productos únicos', asegura.
Según el empresario, si alguien quiere buscarlos en otro lugar no los encontrará, ni menos de la forma en que los comercializa, puesto que las especies son exclusivas al igual que los tiestos.
Aparte de todo esto, el cliente hallará otro elemento, y es que cada bonsái tiene una historia y cada uno es representativo de algo en particular. Es por ello que existen 6 estilos clásicos, en cada uno simboliza algo completamente distinto, 'y eso es lo que la gente busca hoy, representarse a ellas mismas a través de una especie o a través de algo que sea una válvula de escape'.
Francesconi aclara que la mantención de cada especie no es fácil y, por lo mismo, como empresa han tratado de simplificar su cuidado, tratando de comercializarlos de forma más sencilla. Para quienes nunca han tenido uno, de alguna manera han intentado separarlo para todo público, es decir, que lo puedan tener en la casa o la oficina con solo luz solar y agua. Y hay otros más complejos, que requieren mayores atenciones.
En el local de Tucapel, entre San Martín y O'Higgins, cada bonsái tiene su espacio y como se trata de un establecimiento cerrado, habilitaron luz especial de fotosíntesis, lo que hace que el árbol pueda ser exhibido como una galería de arte.
Recalcó que se trata de un producto que no se comercializa ni se produce en masa, son algunas las personas que lo demandan y ha tratado que los costos no sean superiores a los ingresos. Por eso, afirmó, es que en el país no existen tiendas, no hay cultura al respecto.
'Nosotros en Concepción hemos logrado un efecto. En los últimos 2 años se ve cómo se comercializan en la calle bonsái que no lo son. Hacen creer que venden un elemento que vale entre $10 mil y $15 mil, generando un quiebre en la industria, pues cada uno, original, cuesta unos $60 mil. Solo el macetero tiene un costo importante', remarcó el empresario.
Por eso, manifestó, abrieron un nicho a un nivel superior, que se puede apreciar por medio de una ficha que detalla el origen, el tipo, la calidad de lo que están vendiendo, sumado a un servicio de mantención opcional.
A TODO EL MUNDO
Actualmente, Francesconi está embarcado en la idea de estar con sus bonsái en los mall de todo el país, pues esto va más allá. 'Con el equipo publicitario que está detrás de mi queremos enfocar nuestro producto en algo diferente a todo lo demás. De hecho nuestra frase 'tending the trees of the world' (protegiendo los árboles del mundo) apunta a tomar las especies nativas chilenas que se puedan trabajar como bonsái y comercializarlas en el extranjero'.
En esto entran el raulí, el roble, el coigüe y el alerce, que están en peligro de extinción y a la vez hacerlos coleccionables en el resto del mundo, donde no existen. Para esto han hecho una línea de productos en la tienda, una bolsa ecológica, con sustratos puros, originarios, por ejemplo, de la tierra de Magallanes.
Los sueños de este empresario se van concretando a pasos agigantados. Ya está en un mall de Concepción y pronto se extenderá a otros.
Afuera (en el extranjero) uno