Algunos lo sienten en las sombras. ¿De Borges? De todas maneras, es un autor clave de las letras latinoamericanas, todavía vigente. A 100 años de su nacimiento, los amantes del escritor argentino Adolfo Bioy Casares reivindican la asombrosa imaginación e ironía que volcó en sus obras. También recuerdan su vida, que transcurrió bajo el hechizo de las letras, las mujeres y Jorge Luis Borges.
Nacido en Buenos Aires, en el seno de una familia aristocrática, el 15 de septiembre de 1914, Bioy Casares fue desde su juventud un lector y cinéfilo compulsivo, aficiones que compartía con el tenis y la escritura.
Sin embargo, repudió y ocultó las seis obras escritas antes de 'La invención de Morel', en 1940, que tuvo un éxito inmediato y es considerada una de las obras maestras del género fantástico en lengua castellana.
Entre sus primeros títulos y esta novela, que escribió encerrado en una estancia familiar en mitad de la llanura pampeana, Bioy Casares conoció a Borges y la revista Sur, dirigida por la escritora e intelectual argentina Victoria Ocampo, y se despojó de sus influencias literarias previas.
'En el prólogo, Borges dice que 'La invención de Morel' es perfecta. Ese era un adjetivo difícil de escuchar en él', destacó el asesor literario de la Biblioteca Nacional Argentina, Carlos Bernatek.
ESCRITOR FANTÁSTICO
La novela, en la que narra la llegada de un fugitivo a una isla poblada por desconocidos y en especial, por una mujer enigmática e inalcanzable, 'ya contiene el núcleo poético de toda su obra', en opinión del escritor Edgardo Scott.
La referencia es al amor, la irrealidad, 'la irrealidad del amor, la triste condena de las representaciones', acotó el también coordinador de las jornadas de homenaje al escritor en la Biblioteca Nacional, que concluían ayer.
Junto con el reconocimiento literario, en 1940 también contrajo matrimonio con la menor de las hermanas Ocampo, Silvina. El vínculo se mantuvo más de cinco décadas, pese a las numerosas infidelidades de Bioy Casares, y los dos hijos que concibió con otras mujeres, Marta y Fabián.
En sus siguientes libros, 'Plan de evasión' y 'La trama celeste', reincidió en el género fantástico.
Lo pobló de fantasmas, experimentos sensoriales y mundos paralelos, que ofrecen refugio a protagonistas. 'Traman huidas y vías de escape de los objetos persecutorios, que para Bioy fueron el peronismo y sus amantes', apuntó crítico Carlos Gamerro.
El Premio Cervantes en 1990 disparó su relevancia internacional y supuso una gran alegría para el autor. Claro que no pudo compartirla con su gran cómplice, Borges, fallecido cuatro años antes.
El escritor también trasladó al papel su temor a la