La Superintendencia de Bancos ha informado que la cantidad de cajeros automáticos disminuyó en un 12% en 15 meses en todo el país. Muchas veces, los dispensadores que en forma reiterada son asaltados, no se reponen. Se trata de un problema golpea a prácticamente todas las regiones.

En el país, entre marzo de 2013 y junio de 2014 salieron de circulación 1.118 cajeros automáticos, bajando 8.195 las unidades disponibles.

La banca aduce que las razones hay que buscarlas en la delincuencia y particularmente los bombazos que han afectado a estos lugares que prestan utilidad pública. Se recordará que el jueves pasado una sucursal bancaria del sector Collao y otra de Pedro de Valdivia fueron objeto de detonaciones para robar las bandejas con dinero.

Los robos a estos terminales se han hecho un delito recurrente. Alrededor del 70% de los delitos contra estos dispensadores se registran en la Región Metropolitana y el resto en regiones. Como consecuencia de ello, hay sectores donde es difícil que los clientes de la banca encuentren un cajero.

La Asociación de Bancos ha precisado que la tendencia es que los clientes operen en forma electrónica y no con dinero efectivo, lo que hace pensar que en forma paulatina los cajeros irán desapareciendo, al menos en los sectores más conflictivos.

Frente al asunto, en especial respecto de los cajeros atracados con bombas, el gobierno ha puntualizado que multará a los bancos que sean asaltados y no cuenten con una serie de medidas de seguridad. La propuesta es, por decir algo, bastante audaz y polémica, toda vez que es el Estado el que debe garantizar la seguridad. Esto es como pretender multar a quienes sufren robos en sus casas porque no tienen un perro, alarma o no cuentan con un arma para ahuyentar a los delincuentes.

Desde todo punto de vista, la propuesta es cuestionable. Por lo demás, los efectos pueden ser aún peores. Los delincuentes podrían usar artefactos más destructivos, o bien, los bancos podrían retirar más cajeros, considerando que el peligro sigue latente.

El gobierno debe asumir su responsabilidad y plantear mejor sus políticas que, en algunos casos aparecen como apresuradas y poco meditadas.

El 70% de los delitos contra dispensadores se registran en la RM y el resto en regiones. Como consecuencia de ello, hay sectores

Hace un par de días, el presidente de la UDI, Ernesto Silva, señaló que la Nueva Mayoría había fracasado en su intento por liderar y conducir el país.

Más allá si se comparte o no esta afirmación, la pregunta que de inmediato asalta a muchos es: ¿y cómo andamos por casa?

Es evidente que en la centroderecha esta reflexión aún no se ha hecho. Y se nota. Se nota, pues no hay liderazgos que guíen la promoción y la defensa de aquellas ideas propias del sector, de las que muchas veces sus dirigentes parecen sentirse avergonzados o incluso hasta culpables. No es extraño, entonces, que aparezcan algunos seducidos por las posturas ideológicas de sus adversarios, pero que por conveniencia electoral les resultan más rentables apoyar.

A esto, hay que agregar los nefastos caudillismos locales, donde el proyecto colectivo suele ser reemplazado e incluso desechado por aquellos de tipo personal que buscan preservar sus propias cuotas de poder, y por ende, su fuente laboral. Es esa falta de unidad tras un determinado proyecto común, el karma de la centroderecha del que al parecer poco esfuerzo se hace para salir.

Y un dato más. Este sector político se ha caracterizado a lo largo de su historia por contener un germen autodestructivo frente a aquellos potenciales y emergentes liderazgos. Los vetos y las zancadillas de unos contra otros son recurrentes prácticas que se dan al interior de la coalición, lo que termina en una sumatoria cero, anulándose por completo.

Si bien las prácticas antes descritas son transversales a todos los partidos políticos, es tal vez en la centroderecha donde más evidente queda reflejado este panorama. La capacidad de 'lavar la ropa suicia en casa' no es precisamente una virtud de esta coalición.

Así las cosas, no es extraño que la adhesión ciudadana a este sector político quede reducida solo a su núcleo duro, pues sencillamente no existe ni la mística ni la convicción de parte de sus actuales dirigentes para sumar nuevos adherentes, nuevas voluntades.

Los guiños de algunos sectores de la centroderecha hacia Andrés Velasco, son fiel reflejo de lo desorientada en que se encuentra la coalición, la que definitivamente no encuentra el camino para recuperar su identidad, la que para sorpresa de muchos sí la tiene, pero bien escondida, ya sea por vergüenza o simple conveniencia.

Por el bien de la democracia, la centroderecha requiere contar con liderazgos reales, que convoquen y defiendan con fuerza argumentativa sus ideas. Válido también es esto para la izquierda, pues todo el abanico político contribuye decididamente -en mayor o menor medida- a un país mejor.