Flying Steps brillaronal unir épocas y artestotalmente diferentes
Por álvaro peña saavedra
A la hora de analizar el arte contemporáneo y postmoderno, encontramos que la hibridez es un enfoque que se ha hecho común en la exploración de lenguajes. Fusión de estilos, intertemporalidad, lo multidisciplinario y el aporte de las nuevas tecnologías han sido el punto de partida y la búsqueda de prestigiosos autores y compañías; aunque pocas veces el resultado resulta tan ecléctico e incluso descolocador como el espectáculo 'Flying Bach', que el martes se presentó en el Teatro de la U. de Concepción, a sala llena.
La propuesta de la compañía alemana Flying Steps utiliza la música de Johann Sebastian Bach 'El clavecín bien temperado' para ser interpretada en clave de breakdance; dos expresiones artísticas que muy pocos habrían imaginado fusionadas, pero que consigue deslumbrar al espectador tanto por la destreza de las ejecuciones como por la invención de un lenguaje dancístico único.
La puesta en escena sigue la trama de una bailarina clásica que es cautivada por un grupo de intérpretes que gustan de los movimientos urbanos, y ambas realidades terminan mezclándose a través de cuadros de gran dinamismo. Se les ve en solitario, en dupla o con coreografías con los ocho integrantes; destacando la pericia que les ha valido ser campeones de breakdance en varias ocasiones.
Al inicio, la bailarina Anna Holmstrom aparece sola en escena, con un piano a un costado y un clavecín al otro. Ya cuando llegan sus amigos se aprecia como la métrica barroca es adaptada al estilo de popping, el cual prioriza la parte superior del cuerpo, y luego, cuando aumenta la intensidad de la música y se combina con elementos de la electrónica, se van explorando las distintas vertientes del break, como el locking, giros en suelo con la cabeza y saltos gimnásticos, así como otras expresiones de la danza moderna.
Precisamente la habilidad de los bailarines fue lo que más aplausos sacaba en la audiencia; incluyendo la despedida en que cada uno mostraba una gracia deslumbrante en particular.
Por otra parte, un aspecto que parecía no cuajar era la trama de la historia de fondo, demasiado simple y poco clara; incluyendo momentos de efectos submarinos e imágenes surrealistas de fondo que buscaban más un dinamismo visual que una progresión dramática. Como solución los bailarines apelaban al sentido del humor con bromas y movimientos juguetones que gustaron especialmente a los más pequeños.
El despliegue físico fue espectacular de principio a fin e hizo que la hora y media de show se hiciera corta, aunque la sensación es que la tarea principal estaba más que cumplida: demostrar que Bach sigue siempre vigente, incluso para ser interpretada por una expresión callejera; mientras que se sublima al breakdance como un arte serio lejos de estar agotado en sus posibilidades. El público respondió feliz ante un trabajo de calidad y exploración de nivel mundial.
La música barroca de