Carrera docente, clave para lograr calidad y equidad
Ha habido un intenso debate sobre la reforma educacional. Si bien ésta plantea cuatro ejes en que centrará su accionar, lo que hemos escuchado con énfasis se refiere a aspectos que se centran en el lucro, el copago, la selección y libertad de los padres para decidir dónde y bajo qué condiciones quieren educar a sus hijos. Todos aspectos que no determinan necesariamente calidad ni tampoco equidad, dos ejes centrales para mejorar la educación. Ambos, aunque están incluidos en la reforma, no han sido considerados, con la misma fuerza, en la discusión de hoy.
La calidad en la enseñanza implica una formación inicial docente de excelencia para un trabajo en el aula que favorezca el conocimiento y el desarrollo de habilidades a través de una educación que comprometa al estudiante y desafíe permanentemente al profesor en contextos de trabajo inclusivos, es decir, un profesor preparado para un aula donde la diversidad se convierta en una riqueza para la formación integral del alumno. No es tarea fácil porque implica que el profesor comprenda, desde su formación, su rol como agente que da respuesta a las necesidades individuales y colectivas, entregando herramientas de calidad, que preparen a cada uno para participar activamente en un proyecto personal y social. Desde esta perspectiva, es necesario atraer a los mejores estudiantes a estudiar Pedagogía y, para ello, debe implementarse lo antes posible la carrera docente que devuelva al profesor el estatus social que tenía hace ya muchos años y le otorgue remuneraciones y garantías a la altura de sus funciones y responsabilidades.
Respecto a la equidad en educación ya se ha realizado una tarea fundamental que es aumentar la cobertura, pero es necesario velar nuevamente por procesos de calidad, es decir, no basta la permanencia en el sistema educativo sino que ésta debe traducirse en mejores aprendizajes para mayores oportunidades. No basta solo con proveer los recursos necesarios sino que éstos deben gestionarse y utilizarse para garantizar el derecho a una educación de calidad para todos, lo cual no depende exclusivamente de aspectos estructurales o económicos. Estos aspectos establecen una base, pero no garantizan aprendizajes.
La reforma educacional plantea un programa que incorpora elementos que para los referentes internacionales son clave, pero las prioridades que hoy se plantean no dan claridad respecto a cuándo y cómo se abordarán aquellos relacionados con la calidad.