Al límite...
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'Una vez que estén las indicaciones, el debate tributario debería cerrarse', ha dicho hace algunos días el presidente de la Confederación de Producción y Comercio (CPC), Andrés Santa Cruz ante la prensa.
Se entiende que el líder empresarial aludió a estos problemas que presenta la economía nacional, que durante los meses recientes muestra signos de aletargamiento, manifestados menor crecimiento, en mayor desempleo y caída de la inversión.
Las cifras dan ya algunos indicios. El último Índice de Medición de la Actividad Económica (Imacec) de junio creció un 0,8%, lejos de la expectativa de 2% que estaba cifrada. En contraposición, el desempleo nacional está en 6,3%, pero algunos economistas no descartan que como consecuencia de la menor actividad económica la cesantía pudiera llegar a cifras cercanas a 8% en los siguientes meses.
El economista Sebastián Edwards comentó recientemente que los factores que explican esta posible coyuntura se relacionan tanto con el fin del 'súper ciclo' de los -cobre incluido-, la lenta recuperación de los principales mercados mundiales y también las incertidumbres creadas por la reforma tributaria y su real impacto en las personas y empresas.
En cualquier economía, el cambio a las reglas del juego trae aparejado un momento de silencio o inmovilismo a la espera de lo que vendrá. Quien no sabe cuánto recibirá de remuneración el próximo mes, resulta evidente que tomará decisiones para enfrentar un escenario que puede ser crítico.
En tal sentido, era fundamental que el gobierno convenciera y explicara que las reformas son necesarias, para generar la menor fricción posible. El consenso es el bálsamo sobre el que se desenvuelven los elementos, cuestión que ha fallado, y a ratos, de forma bastante evidente.
Chile enfrenta un escenario económico distinto, y conscientes de que hay procesos que cumplir, en particular con la educación, sigue al debe la consecución de un gran acuerdo que nos lleva a impulsar reformas de gran calado.
El tema es que eso primero exige de bastante diálogo y no meras declaraciones y eslóganes.
¿Cuánto ha impactado la discusión de la reforma tributaria en la inversión? Es un debate que está abierto y respecto del cual los
RAFAEL LÓPEZ FAÚNDEZ
La Corte de Apelaciones de Santiago acogió un recurso de protección de un grupo de apoderados y alumnos del Instituto Nacional, resolviendo que no se podrán votar ni organizar nuevas tomas allí. Para esto invocó el artículo 10 de la Ley General de Educación, en orden a 'garantizar la continuidad del servicio educacional durante el año escolar'.
Tanto va el cántaro al agua que se rompe. Hace rato que el Instituto se ha transformado en el ardid de muchos de los que quieren una enseñanza 'pública, gratuita y de calidad', pero que ni siquiera conocen la mística detrás del éxito del plantel. Y, peor aún, desde la ignorancia y el proselitismo avalan las tomas como si el prestigio del colegio fuese una cuenta corriente ilimitada y sus estudiantes genios autodidactas incombustibles.
El gran problema es que en agosto de 2011 la prensa consignaba una fuga de pupilos de distintos establecimientos municipalizados por la pérdida de clases; y entre los consultados aparecía el rector del Instituto Nacional admitiendo que tres alumnos ya habían sido matriculados en colegios pagados y una veintena de apoderados manifestaban su voluntad de seguir el mismo derrotero.
En 2012 la Municipalidad de Santiago reconocía que las postulaciones al establecimiento bajaron un 40% respecto al año anterior; mientras en 2013 cayeron un 35%. Visto proporcionalmente en una línea de tiempo más larga, si en 2000 siete alumnos aspiraban a una vacante, en la última admisión sólo lo hicieron dos.
Respecto a los récords, si bien el Instituto sigue liderando los resultados de la Prueba de Selección Universitaria, vale la pena recordar que con motivo de las movilizaciones estudiantiles de 2011 se cayó de 54 a 11 puntajes nacionales; desplome del que no se ha recuperado en los últimos dos años, salvo por aumentos marginales de dos o tres casos.
Tengo un amigo institutano al cual le hierve la sangre cada vez que se manosea el nombre de su alma mater, y no es el único de una larga lista con nombres de peso en el Chile actual.
Le molesta profundamente que se politice el establecimiento, que se desfigure su legado republicano, que se intente mostrarlo como el portavoz de una lucha de clases, que se confunda la meritocracia con el acceso universal, que se cubra con un manto de estatismo la formación para el bien común y, sobre todo, que año a año su excelencia se descascare más.
Ojalá que la resolución de la Corte de Apelaciones revierta el declive del Instituto, y de paso sirva de faro para los que ingenuamente siguen creyendo que la sabiduría está en la calle y no en el aula.