¿Cuántas veces nos hubiese gustado haber dicho un te quiero a tiempo?, ¿cuántas veces nos hubiese gustado haber aclarado mejor las cosas antes del adiós? Sin embargo, preferimos el silencio.
¿Cuántas otras nos queda la culpa y la eterna frase mental del 'por qué no me quede callado'?
Nadie reconoce tener problemas para manifestar sus ideas y la mayoría cree que está implícito en el saber hablar.
Generalmente las parejas identifican sus problemas de sexualidad, demostraciones de afecto, hijos o con los suegros, sin embargo no ven la relación entre sus problemas y su dificultad para comunicarse, siendo que son directamente proporcionales.
Así, podríamos describir 2 grupos: 'los que hablan poco' y 'los que hablan mucho'.
Son personas presas de sus pensamientos, sentimientos y silencios, generalmente esto va acompañado de personalidades inseguras, introvertidas o evitativas, como también a una pereza comunicacional al utilizar monosílabos como una forma de evitar confrontaciones o temas difíciles.
El gran error aquí esta en que la conducta puede traducirse en desinterés, falta de conexión o compromiso y, por ende, salir deteriorada la relación.
Está presente en personas más ansiosas, impulsivas, egocéntricas y en casos extremos con rasgos de narcisismo. Sin duda no existe un diálogo sino un extenso monologo con la incapacidad de empatizar con los sentimientos del otro, trayendo consigo frustración al no sentirse escuchado, validado y menos reconocido en sus necesidades.
El error en 2 'generosos' termina siendo aún más grave, ya que éstos centran el foco de la conversación en convencer al otro de la razón, seguido de una escalada simétrica en el tono de voz.
Saber comunicar implica escuchar, observar, hacer pausas, asentir con gestos, así como también ayudar al otro a profundizar y parafrasear cuando cree no entender.
No ahorre palabras, decir te quiero no es una forma de dar las gracias y, menos, decir gracias anticipado sea una forma de pedir perdón.
Carola