Dirigentes sociales: nuevos desafíos para nuevos liderazgos
El 7 de agosto se celebró el Día del Dirigente Social y Comunitario, instaurado desde 1998, en conjunto con la Ley de Juntas de Vecinos y Organizaciones Comunitarias, para reconocer a todos los hombres y mujeres de nuestro país, quienes voluntariamente han representado a sus comunidades, en post del desarrollo y mejores condiciones de vida de sus territorios.
Históricamente, la organización territorial y comunitaria, ha cumplido un rol fundamental en la inclusión y desarrollo de diferentes territorios y comunidades, sobre todo aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. De este modo, las y los dirigentes sociales, se han convertido en la voz de las múltiples necesidades, demandas e intereses de sus agrupaciones, participantes y territorios. Con esto, se transforman en articuladores de redes sociales y activadores de la ciudadanía.
Sin embargo, el dirigente de organización territorial y comunitaria hoy -para la opinión pública- no se considera como un representante legítimo de la ciudadanía. Paulatinamente, han perdido representatividad, además de un lugar en los espacios de real incidencia en las decisiones que conciernen a sus territorios y/o comunidades. Esta situación contrasta con el aumento generalizado de la asociatividad y la participación ciudadana, en espacios constituidos de iniciativas nacionales o incluso globales, dejando de lado el rol de la organización y de el/la dirigente a nivel local.
Por ello, es sumamente importante apoyar la gestión que realizan los dirigentes sociales locales, aquellos que representan a organizaciones vecinales, culturales, de mujeres, jóvenes, emprendedores, etc. Quienes buscan beneficios para grupos de personas específicas, que muchas veces no cuentan con canales de comunicación e incidencia más directos.
Hoy el dirigente social local, así como articula a su comunidad con el municipio, establecimientos educacionales, de salud, entidades privadas de la sociedad civil, entre otras, también lo hace con la empresa, que también se constituye como un actor importante en el desarrollo de los territorios.
Frente a estos nuevos desafíos y en conjunto con la necesidad de legitimar a la organización comunitaria y al dirigente social como representante legítimo de su comunidad, es indispensable generar espacios de formación, para lograr líderes más preparados a nivel de gestión, que promuevan liderazgos positivos y democráticos, para que tengan real incidencia en la toma de decisiones que respectan a sus comunidades. Es de suma importancia, abrir los canales de participación ciudadana y democratizar la toma de decisiones, para que los reales conocedores de la realidad local, puedan incidir efectivamente en las políticas que les afectan/benefician.