Caso Matute
El martes pasado el denominado Caso Matute volvió a sufrir un nuevo revés tras conocerse públicamente la inhabilitación del ministro en visita, y actual presidente de la Corte de Apelaciones de Concepción, Jaime Solís, quien a fines del año pasado había decidido reabrir la investigación debido al surgimiento de nuevos antecedentes.
El magistrado decidió dar un paso al costado en la causa debido a que tomó conocimiento de que su yerno, el empresario Farid Harun, había prestado declaraciones en la investigación, durante los años 2000 y 2001, lo que, consideró el juez, le hacía imposible seguir con el sumario.
Con esta deserción, son tres los jueces que han llevado la causa en casi quince años -primero fue Flora Sepúlveda, luego el ministro Juan Rubilar y el recién inhabilitado Solís-, sin que hasta la fecha se conozca la verdad judicial y el nombre de quienes fueron los responsables de la muerte del joven estudiante de la Universidad de Concepción.
Por ello resulta comprensible el llamado desesperado de una madre que ya dejó de tener confianza en la justicia, y que pide a la autoridad que no siga siendo indiferente a su dolor.
Sin embargo, por más comprensible que resulte el llamado de María Teresa Johns, es imperioso seguir confiando en el trabajo y en las decisiones de la justicia chilena, aunque exista coincidencia en la opinión pública que en este caso, como en tantos otros, no ha actuado con la celeridad y certeza que se esperaría.
En ese sentido, la coyuntura y expectación que radica en la muerte de este joven universitario, abre una oportunidad para que el Poder Judicial pueda demostrar su eficiencia y acallar, de esta manera, todas las críticas y dudas que ha generado este caso. Es por ello que, comprendiendo el dolor de una madre y la incertidumbre que esta causa provoca, se espera que el próximo magistrado que lleve adelante la investigación tenga la decisión de llegar a establecer la verdad y determinar las responsabilidades en el menor tiempo posible. En necesario que así ocurra para restablecer las confianzas que a veces parecen extraviadas.
La familia, Concepción, todo un país y la misma justicia necesitan saber la verdad.