Locomoción
Micros que llegan a circular a alta velocidad, conductores con jornadas extenuantes que se pueden extender más allá de lo permitido, y en ocasiones el consumo de drogas, representan una verdadera bomba de tiempo que pone en riesgo la vida de los usuarios que viajan en la locomoción colectiva. De acuerdo con lo que señalan pasajeros, esto es especialmente grave en los recorridos entre Concepción y Coronel-Lota.
A esto se suman los malos tratos a los usuarios, sobre todo mujeres y estudiantes, lo que demuestra que estamos en presencia de un sistema de locomoción colapsado y que requiere cambios. Lo que se ha debatido por años parece ser el centro del problema y tiene que ver con la relación contractual entre los empresarios del transporte y los conductores, y la falta de fiscalización de los entes estatales.
La realidad indica que los conductores trabajan hasta 18 horas diarias, para cumplir con las metas puestas por los propietarios respecto a la recaudación. En consecuencia, la locomoción colectiva deja de ser un servicio y se cae en los abusos e irregularidades que bien conocen quienes a diario deben subirse a los buses.
El análisis no es nuevo, pero a pesar que estos problemas son conocidos desde hace años, las autoridades permanecen sin reaccionar y han postergado lo que parece ser la solución, la incorporación de este recorrido, calificado como rural al sistema licitado del transporte público. Es algo de lo que se ha hablado al menos entre 8 y 9 años, pero sin lograr avances.
Pero, lo que se requiere no es sólo ordenar el sistema y uniformar el color de las máquinas, sino que hacer cambios radicales que permitan contar con un sistema seguro de transporte público entre Lota, Coronel y la capital regional. Una remuneración que no dependa del boleto cortado, con incentivos al buen trato a los pasajeros, la regulación del horario de trabajo, capacitación y máquinas en buen estado, son los aspectos básicos que un proceso de licitación debiera considerar.
Como parece que no se va a dar en el corto plazo, las autoridades deberían aumentar los controles sobre estas líneas, especialmente respecto de la velocidad, el cumplimiento de la legislación laboral, la aptitud de los choferes y el estado mecánico de los buses. El tema debe ser incorporado como prioridad por las autoridades de transporte y no esperar que ocurra una tragedia para salir a dar explicaciones y plantear lo que todos ya saben es urgente.