'Estando acá no importan las lucas'
Es penquista, de padre chileno y madre española: Raúl y Almudena. Su nombre: Nelson Salazar Maleras (31), ingeniero civil químico. Actualmente vive en Houston, Texas, Estados Unidos. Como Chile y España se enfrentaban en el mismo grupo del Mundial de Brasil 2014, podría pensarse que Nelson tendría su corazón dividido en dos patrias, pero siempre en él ha primado más la roja de Chile que la roja de España.
De modo que, junto a unos amigos, Nelson planificó con antelación su asistencia a la primera fase, incluyendo las entradas a cada encuentro: 'Llegué un jueves en la mañana a Sao Paulo, donde comencé a sentir el aroma a fútbol apenas toqué tierra. Esperando el vuelo a Cuiabá pude sentarme con hinchas ingleses, colombianos, etc., y hablar de fútbol con una buena cerveza. Era un preámbulo de lo que ha sido todo este viaje'.
Una vez en Cuiabá, Salazar descubrió que se quedaba en el mismo hotel de la selección de Australia, la que enfrentaría a Chile. En más de una oportunidad se cruzó con los jugadores en el ascensor, también se sacó una foto con ellos pero 'me dieron ganas de pegarles en las canillas y lesionar a alguno para ayudar a mi Chilito'. Claro, no fue así. En cambio, el penquista se fue al estadio a cantar con pasión el 'Puro Chile es tu cielo azulado' para contagiar a las graderías de connacionales: 'Fueron dos minutos indescriptibles, algo que difícilmente volveré a vivir, yo nunca había concurrido a un estadio a ver a Chile jugar en una competición oficial, fue único'.
Después Salazar y sus amigos viajaron a Río, donde habían arrendado un departamento pequeño para alojar a cuatro personas, muy incómodos, 'pero daba lo mismo'. Allí vio cómo arribaban cientos de chilenos en buses, sin entradas o incluso sin dinero: 'La masa de compatriotas tiñó de rojo la ciudad, tanto que nos sentíamos locales, como si estuviéramos en Chile. Caminando por Copacabana, el barrio de Lapa o Ipanema, lo único que hice fue gritar y cantar por Chile'.
Para el encuentro con los españoles en el Maracaná, Salazar se enfundó su camiseta de la selección y se dirigió en metro al estadio: 'Es una mole imponente para 88 mil personas y 40 mil de ellas eran chilenos. Se me puso la piel de gallina. Después de los dos goles de Chile quería que se terminara el partido ya. Ni siquiera me importaba el hecho de que me había gastado muchas lucas para entrar al estadio. Después de sufrir y comerme las uñas, la felicidad nos embargó a todos, y desde ahí sólo me dediqué a celebrar. Cantamos y bebimos hasta la madrugada con brasileños y europeos. Todo el mundo nos acompañaba con el 'chi-chi-chi-le-le-le'. No pude pedir más. Sueño cumplido'.
Mañana al mediodía Salazar será testigo del encuentro que definirá el primer lugar del grupo entre Holanda y Chile. Luego regresará a Houston, quizás planificando su viaje a Rusia 2018.