El contenido de la Reforma Educacional, tarea pendiente
La reflexión y discusión sobre la necesidad de cambiar el norte de la educación, si bien deben estar centradas en los costos que ello implica, no es menos importante definir el por qué y para qué queremos darle un giro radical al Proyecto Educativo de país.
La tarea es un gran desafío y nos emplaza a pensar y a proponer un contenido a la medida de lo que realmente somos, que nos permita proyectar una imagen de futuro, es decir, una visión y misión alcanzable para todos.
Cuando un proyecto no tiene objetivos claros, se cae en despropósitos que desdibujan la formación humana, evaluándola preponderantemente con criterios limitados e instrumentos estandarizados, que pecan de un sesgo cuantitativo, en desmedro de lo cualitativo. Y lo que es más preocupante aún, promoviendo una pseudo calidad educativa a la medida del bolsillo de las familias.
¿Cabe alguna duda respecto a consensuar un nuevo Proyecto Educativo de país?
Cuando un país como el nuestro quiere educación de calidad, lo primero es ser capaz de mirarse a sí mismo, para saber quiénes somos, cuál ha sido nuestra historia, reconocer nuestras fortalezas y bondades y por sobre todo mirar críticamente nuestras debilidades para superarlas paulatinamente. Así se va construyendo una visión compartida de lo que somos y lo que queremos ser.
Para ello hace falta que conversemos de esto, no sólo en el Senado o en el Ministerio de Educación, sino también en la casa, en la misma escuela, en la universidad y en todos los espacios que se generen para ello. Todos podemos y debemos pronunciarnos respecto a lo que es esencial para nosotros mismos; aquello que devele nuestra identidad y nos deje avanzar como sociedad.
También hace falta que incorporemos en nuestro Proyecto Educativo de país, la idiosincrasia que define el carácter de 'lo chileno', que va más allá de la cueca y las empanadas. Es el folclor que nos regaló Violeta, es lo que nos ofrece el mar, lo que nos da la tierra en su infinita bondad, es la diáfana postal de la cordillera, la riqueza escondida del desierto y la evocativa poesía de Neruda; entre otras cualidades que han contribuido a patentar nuestro sello en el mundo.
Desde ahí podremos empinarnos para mirar con más precisión la educación que queremos, la que nos lleve al desarrollo que sustente a todos.