El Tribunal Supremo de Corea del Norte condenó a un misionero surcoreano a trabajos forzados para el resto de su vida por supuesto espionaje y actividades religiosas enemigas.
Según la prensa estatal, Kim Jong-uk entró de forma ilegal en Corea del Norte para, entre otros, fundar una 'iglesia clandestina' cristiana. El Tribunal Supremo le acusa de ser un agente de la agencia de inteligencia surcoreana enviado a Corea del Norte para recabar información. 'El acusado admitió todos sus crímenes', afirma la agencia de noticias norcoreana Kcna.
Durante el juicio, se presentaron como pruebas contra Kim 'libros religiosos, tarjetas de memoria, CDs con contenido religioso y equipamiento para espionaje'.
Kim, de 50 años, fue arrestado por las autoridades norcoreanas en octubre. En febrero, en una rueda de prensa preparada por el régimen, afirmó haber sido arrestado con material religioso y admitió estar pagado por los servicios secretos de Corea del Sur. Sin embargo, los servicios de inteligencia surcoreanos niegan que fuera uno de sus agentes.
En los últimos años los misioneros extranjeros se enfrentaron en repetidas ocasiones a problemas en Corea del Norte. En marzo, Pyongyang expulsó a un misionero australiano, después de que el estadounidense Kenneth Bae fuera sentenciado a 15 años de trabajos forzados por supuestos intentos de desestabilizar al gobierno.
La condena al misionero surcoreano llega en medio de nuevas tensiones en la península coreana, después de que Corea del Norte amenazó con una nueva prueba nuclear.