Disfrutar para aprender
Probablemente, en nuestros años escolares convivimos o fuimos un (a) estudiante 'disruptivo (a)', 'perturbador (a)', 'agresivo (a)' o 'molestoso (a)', lo que quizás más de alguna vez provocó el malestar de profesores (as) y significó un sermón público y/o un pasaje directo a la inspectoría del colegio.
Es posible también que no hayamos vivido esta experiencia, pero que la estén viviendo nuestros hijos (as) o sobrinos (as).
¿Qué sucede con estos estudiantes? ¿Cómo transita su escolaridad?
Muchas veces, este niño (a) fluctúa entre el rechazo, la resistencia, la apatía y la indiferencia frente a las actividades propuestas por sus profesores y/o al momento de hacer tareas en casa.
Quizá incluso los docentes en sus intentos por entender lo que sucede, hayan llegado a pensar que el niño (a) está luchando con ellos y/o con sus métodos para lograr aprendizajes.
Y probablemente estos estudiantes estén luchando, pero consigo mismos, con su dificultad para construir aprendizajes, con la frustración e inseguridad afectiva que provocan las experiencias de fracaso y la desvalorización de sí mismo.
Claramente este niño lo pasa mal, sufre cada vez que debe aprender y en ese estado el resultado más probable es el fracaso, porque es muy difícil aprender con angustia y displacer.
Estudios recientes nos indican que las sensaciones y emociones agradables aumentan el deseo de los estudiantes por aprender y generan que éste sea más eficaz.
En la medida que los estudiantes no experimentan agrado por aprender, el aprendizaje no ocurre. Asimismo una experiencia de éxito es un punto de partida para desvirtuar este círculo de fracaso-inseguridad-disrupción.
En este sentido, el reto para profesores y padres es crear situaciones de aprendizaje que sean lo suficientemente desafiantes pero que aseguren mayores probabilidades de éxito.
Además, este aprendizaje debe darse en un espacio emocional seguro tanto para el niño (a) como para sus compañeros (as), lo que implica una relación afectiva con el niño (a) caracterizada por calidez, capacidad de escucha, sensibilidad emocional, paciencia y legitimación de la historia del niño (a) y por los sentimientos que esta situación le provoca.
Patricia Mozó