Pegotes y 2 Minutos en un domingo de "insurrección"
Pocas tocatas generan una empatía y un intercambio de energía tan grande entre la banda y el público como en el caso del punk rock. Y es que no se trata solamente de riffs desenfadados y eufóricos sobre el escenario, estamos hablando de una verdadera experiencia catártica, donde aquellos que critican el sistema pueden transmitir su sentir sin tapujos ni censuras además de descargar cierta rabia acumulada en un rito colectivo que incluye saltos desde el escenario, rondas frenéticas y empujones agresivos pero sin ánimo de dañar al resto.
La calma vespertina del pasado Domingo de Resurrección se vio sorpresivamente alterada por una experiencia de este tipo, la visita del grupo argentino 2 Minutos al local Trece Bar en el marco de la celebración de los 20 años de la banda penquista Pegotes; en gran parte responsables de mantener vivo el género en nuestra zona gestionando tocatas con exponentes tanto nacionales como extranjeros.
El grupo liderado por el guitarrista y cantante Paulo Bravo ciertamente ha conseguido armar un buen número de seguidores en nuestra ciudad, y prueba de ello es que el domingo la mayoría de los 400 asistentes coreaban sus canciones con entusiasmo. No se trata de una propuesta elaborada musicalmente, no hay atmósferas ni exploración de otros géneros (con excepciones como el caso de una ranchera) como sí se podría decir de referentes internacionales como The Clash o Los Prisioneros, sino de aquella vertiente más cruda y directa, más cercana a los primigenios Sex Pistols o los santiaguinos Fiscales Ad Hoc, donde más allá de lo estrictamente sonoro se prioriza la actitud y las letras, y allí los penquistas tienen con qué lucirse.
Por ejemplo en "A la mierda" salen airosos con un discurso entretenido en que no se salvan políticos, empresarios ni instituciones; un escupitajo lírico que estuvo entre lo mejor del repertorio, así como "Tienes punk rock", que a estas alturas se podría considerar un himno del grupo. Mérito aparte para la versión punk de "El martillo" de Víctor Jara, la cual resulta encantadora y contagiosa.
DESDE EL PAÍS VECINO
Luego sería el cierre con 2 Minutos y, volviendo a lo estrictamente musical, hay que reconocer que no existe una diferencia tan abismante entre los penquistas y los bonaerenses. Pero "Mosca" y sus secuaces cuentan con el plus de la trayectoria y la fidelidad de quienes a fines de los 80 descubrieron una nueva actitud rockera tras la melodía de su épico "Ya no sos igual". En cuanto a las letras, han creado todo un imaginario en torno a su barrio natal, la opresión policiaca o las tomateras adolescentes con que tantos se identifican. Incluso se alejan de toda rudeza al incorporar versiones del pop AM ochentero como "La ladrona" de Diego Verdaguer ("Mi corazón es delicado, tiene que estar muy bien cuidado…), pero a modo de choreza y no como fórmula, tal como hicieran sus compatriotas Attaque 77 hasta transformarse en un fenómeno pop efectista.
Algunos recordaban una visita anterior en que los 2 Minutos no tocaron en el mejor de los estados, pero esta vez estuvieron asertivos, amistosos y agradecidos del recibimiento penquista. "Mosca" incluso abrazaba y se reía con los fans que subían al escenario y hasta sirvió de Cupido al leer el mensaje de un punky enamorado a su musa.
Más allá del caos propio de una tocata punk en un espacio repleto, con torsos al descubierto empapados de sudor, el típico jugoso subiendo al escenario, y asistentes lanzando agua al público para hacer más tolerable la temperatura, la velada estuvo bien organizada y el público, que incluía bastante presencia femenina, disfrutó sin sobresaltos. Y es que si hay algo que agradecer a este eufórico género musical es que las experiencias en vivo siempre resultan inolvidables.