García Márquez: una segunda oportunidad sobre la Tierra
La fantasía desbordante, la otra mirada, esa magia en la que envuelve y presenta a sus personajes, lo acerca a la poesía. Conforman también el imaginario y la mirada única que lo hace un gran autor.
Acabo de releer, como un voluntario acto de homenaje y despedida, algunas páginas de "100 años de soledad" de Gabriel García Márquez. Y también algunas de "Crónica de una muerte anunciada" y "Relato de un náufrago", textos que estaban al alcance de mi mano. He experimentado y sentido lo que siempre he pensado: que la poesía, el arte, son una segunda oportunidad sobre la tierra.
Macondo sin García Márquez, Comala sin Rulfo: huerfanía total. Los espacios de la imaginación que, de tan bien narrados, han pasado a formar parte de nuestra propia realidad porque, además, representan y encarnan los sueños, deseos y aspiraciones del ser humano.
La fantasía desbordante, la otra mirada, esa magia en la que envuelve y presenta a sus personajes, acerca a García Márquez a la poesía. Lo minucioso y lo apasionante de sus relatos, es que él mismo se ha encargado de que el lector los crea (los crea y los cree y los recrea). ¿Qué otro destino pueden tener las obras de arte? Y García Márquez es un narrador nato.
ESCRITOR Y ALGO MÁS
En el escritor García Márquez, están siempre presentes el periodista, cronista y guionista que fue. Por lo tanto, en algunas de sus obras sentimos ese relato verídico y compacto que, como joven comunicador social en sus inicios, nos cuenta, por ejemplo, en "Relato de un náufrago" (1970).
Esta realidad de la realidad, le hace decir que sus primeros libros, a excepción de "La hojarasca", "pertenecen a un tipo de literatura premeditada que ofrece algo demasiado estático y exclusivo de una visión de la realidad".
Tal vez sea esta constatación lo que le lleve a expresar de otro modo la realidad. El "maravilloso reino" del cubano Alejo Carpentier, el exotismo americano, lo lúdico telúrico de nuestra geografía y nuestra gente, los cronistas de Indias, los cuentos de las mil y una noche, las fábulas, los relatos étnicos y fundacionales, son el germen de ese llamado "realismo mágico". En su obra, está traspasado por el gran tema de la soledad individual y colectiva, una experiencia latinoamericana. Detrás del carnaval, la muerte acecha, pero es también un modo tan efectivo de exorcizarla.
"La soledad de América Latina", su discurso de aceptación del Premio Nobel, comienza así: "Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en La Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen".
EL REALISMO MÁGICO...
Como se puede apreciar, el realismo mágico ha existido siempre, del mismo modo que la antipoesía, pero tiene que existir un García Márquez y un Nicanor Parra para que, sistematizando y haciendo suyos una serie de recursos y mecanismos que la propia realidad entrega y que el talento construye, veamos la palabra plasmada, hecha obra.
Y más adelante, García Márquez señala: "Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual este colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad".
Visión dinámica de la vida y de las cosas, aspiración de una utopía para nuestros pueblos, es lo que nos entrega la obra de este "inventor de fábulas", como él mismo se describe: "Los inventores de fábulas que todo lo creemos nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir (...) Donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a 100 años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra".
"Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía".
"La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir".
"La vida no es lo que uno vivió, sino lo que recuerda y cómo la recuerda para contarla".
"Lo más importante que aprendí después de los 40 fue a decir no cuando es no".
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"El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad".
"No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad".
"La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener".
"Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez".
"Así es -suspiró el coronel-. La vida es la cosa mejor que se ha inventado".
"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado".
"El amor es tan importante como la comida, pero no alimenta".
"La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de nada".