La psicóloga que expuso en el III Curso de Adolescencia de la UdeC, afirmó que es posible que las conductas violentas se reviertan, haciendo énfasis en que mientras antes se intervenga, es mejor.
La adolescencia es una etapa compleja. La persona se enfrenta a diversos cambios, no sólo a nivel físico, sino que también en lo emocional. Y es que las hormonas logran revolucionar todo en la vida de este niño o niña, que poco a poco comienza a transformarse en un joven.
Es, probablemente, una época vulnerable para la mayoría de quienes lo viven, en donde la búsqueda de identidad y lugar en el mundo son protagonistas.
Es justamente ésa una de las tantas razones en las que se enraíza la violencia en los jóvenes.
Así lo afirmó Soledad Larraín, psicóloga y consultora de Unicef en el Área de Protección, en el contexto del "III Curso de adolescencia: adolescencia, situaciones críticas en el desarrollo", que se realizó recientemente en la Universidad de Concepción, organizado por Unidad de Adolescencia de la Facultad de Medicina. Ella especifica que el grupo etario en el que más vidas se pierden son los adolescentes y adultos jóvenes.
En ese sentido dice que no hay un solo factor que explique la conducta violenta en los jóvenes, pero hay aspectos culturales de suma importancia. "Hoy, en nuestra sociedad, se tiende a identificar a los jóvenes como personas violentas, y eso de alguna manera justifica la violencia y la conducta represiva hacia ellos, porque se parte de ese prejuicio, de que son violentos", sostiene. Pero está segura de que no son violentos sólo por ser adolescentes, sino que hay una sobredimensión de las conductas violentas. Lo que sí es claro, dice, es que según la información que maneja, son los adolescentes las principales víctimas de situaciones de violencia.
"La violencia que ejercen los jóvenes está enraizada en situaciones que perciben de desigualdad y de exclusión social. También hay una brecha y barrera importante en lo que es el consumo virtual: lo que ven los jóvenes que es posible versus el consumo real al cual tienen acceso, sobre todo aquellos de situación de pobreza", aclara.
Serían en esos contextos donde aumentan los niveles de violencia, lo que también se relaciona con la identidad, "porque muchos jóvenes buscan identificarse con sus pares, para poder ser aceptados, sobre todo cuando entran a las llamadas pandillas, donde ejercen conductas violentas para valorizarse", agrega.
El hecho de que los adolescentes sean personas en plena etapa de desarrollo, quienes muchas veces no tienen la supervisión adecuada y que ven una sociedad hostil que responde con diversos niveles de agresión, son aspectos que se conjugan y harían que se desencadene en los jóvenes conductas más violentas.
-En general, los índices hablan de que las tasas de homicidio han ido aumentando. Lo que sucede hoy día, es que los jóvenes ejercen otros instrumentos de violencia que provocan que ésta sea más grave. Por ejemplo, usan más armas de fuego que antes.
-Obviamente, hay un contexto comunicacional que, muchas veces, fomenta la violencia o muestra conductas violentas de forma tan reiterada, que éstas pierden el impacto emocional que tienen. Es tan frecuente ver muertes, asesinatos o agresión a través de los medios de comunicación, que los niños han perdido la capacidad de asombro frente a la violencia.
Además, aunque no hay resultados concluyentes, actualmente hay mucha investigación acerca de si el ver violencia a través de los medios, la fomenta. La violencia que implican los videos juegos, la cotidianidad con la muerte, en que los niños desde los 4 años están matando gente a través de juegos de video, genera un cierto acostumbramiento frente a la situación de violencia.
CONTEXTO DE CRIANZA
-Influye mucho, ya que niños que han sido muy violentados, en general, pueden tener con más frecuencia conductas agresivas. Entonces si se cría en un ambiente cálido, con una buena relación de apego y de identidad con los padres, generalmente son niños que no van a desarrollar conductas violentas importantes. Puede haber excepciones, pero hay mucha mayor probabilidad de que desarrollen este tipo de conductas, cuando son maltratados, cuando crecen sin supervisión de padre y/o madre, y cuando viven en hogares donde hay altos niveles de violencia.
-Los estudios de maltrato que se han hecho, en el que son víctimas los niños y adolescentes, son bastante transversales. Lo que sí varía, son las manifestaciones: puede haber más violencia física grave en niños de más escasos recursos y mayor violencia psicológica en niños de más altos recursos. Asimismo, la violencia en el espacio familiar se da en todos los niveles sociales, pero se oculta más en un nivel que en otro.
En cuanto al maltrato o abuso sexual, creemos que no hay diferencias tan significativas según nivel socioeconómico.
POLÍTICAS ADECUADAS
Si bien la experta habla de un panorama que se puede haber ido agravando con el correr de los años, cree que con políticas integrales adecuadas se podría revertir la situación. Pero, ¿qué políticas serían importantes? Aquéllas que se relacionan con la educación. "Hacer una política de retención escolar, evitar que los niños deserten de la escuela, generar en éstas espacios que sean acogedores, porque generalmente los que desarrollan comportamientos más violentos, son los que han tenido en su vida una larga cadena de expulsión y exclusión; pero si se genera en la escuela espacios que acepten la diversidad, que sean acogedores con niños distintos, con problemas de aprendizaje o hiperactividad, por ejemplo; y se les apoye para su desarrollo integral, probablemente, lograremos bajar los niveles de violencia que existen hoy en día. Sobre todo, si se empieza tempranamente", plantea.
REVERTIR SITUACIÓN
Y es que la atención temprana siempre es positiva. "Se puede cambiar la conducta, de hecho, mientras más temprano se intervenga, es mejor. A los 15 años, en pleno desarrollo, se puede cambiar el repertorio conductual", asegura. En ese sentido, aconseja evitar estigmatizar o "dar por perdido" precozmente, porque pueden haber muchas fórmulas que ayuden, sobre todo cuando el niño o joven vaya viendo resultados. "Cuando desarrolle una conducta pro-social y esto le traiga dividendos, se sienta más querido y más aceptando, se irá fortaleciendo esa actitud positiva. Las personas pueden cambiar, pero mientras más se demore en intervenir, será más difícil, pues más arraigadas están las conductas", puntualiza.
Es por lo mismo que los padres deben estar atentos a cómo son sus hijos. Niños con dificultad en el control de impulsos, que tienen a ser muy agresivos cuando pequeños, aquellos pequeños con hiperactividad, a quienes les cuesta acatar órdenes o con baja capacidad de empatía; comenta, son niños con los que se debería tener especial preocupación, con el objetivo de que no vayan desarrollando conductas más agresivas con el tiempo. Como consejo, la psicóloga dice que los padres deben comprenden que esas son características del niño y hay que evitar castigarlos, recriminarlos o reaccionar con violencia a las conductas violentas del niño. Así sólo se justifica la utilización de violencia. "Por el contrario, hay que buscar otros mecanismos de control y acogerlo, para que esa conducta "antisocial", no encuentre refuerzo. Una buena práctica podría ser premiar conductas pro-sociales", finaliza.