Actor y director Rodrigo Pérez se unió a los folcloristas Fabiola González y Manuel Sánchez para crear "manual escénico" del ritual criollo.
Para el año 2012, el actor Rodrigo Pérez ya contaba con más de una década en áreas dramáticas de la televisión chilena; en TVN destacó en papeles inolvidables, mientras que en Chilevisión ya estaba en el elenco de "La sexóloga". Sin embargo hizo una movida que a muchos les sorprendería; dejó el mundo de la pantalla chica y el glamour capitalino para emprender un proyecto teatral con la compañía penquista Reconstrucción. Al poco tiempo "El pájaro de Chile" se situaba entre las obras más exitosas de la cartelera local e incluso fue seleccionada para el festival Teatro a Mil.
Tan encantado quedó con la búsqueda identitaria y el compromiso social de los actores regionales que estableció fuertes lazos. Este año nuevamente se unió al Teatro Reconstrucción para dar vida a "Pencopolitania", la cual tuvo su estreno hace dos semanas (ver recuadro). Fue en ese proceso cuando apareció una tercera obra "Alitas de celofán", la cual debuta mañana a las 20 horas en Artistas del Acero. Además habrá una función este viernes y otra el jueves 17 de abril.
"Este proyecto surge de mi cercanía con Fabiola González que fue mi profesora de cueca para la preparación de un montaje en Santiago. Ella es de acá y regresó junto a su pareja, el gran payador y guitarronero Manuel Sánchez. Nos encontramos acá y apareció la tradición del velorio del angelito, y coincidió con un interés reciente por el canto a lo divino. La dramaturga Leyla Selman hizo un estudio sobre el tema y le dio forma al texto de "Alitas de celofán"; cuya bajada de título es "Manual" pues allí aparecen las instrucciones de cómo se debe realizar el rito", comentó Rodrigo.
-Un crítico analista la definiría como un montaje post-dramático. No existen los personajes, salvo instantes en que se cita a alguien o se asumen roles como podría ser la madre; pero en general son los actores explicando el ritual, no es mucho más que eso. Hay un vuelo escénico de espacio y pausas muy atractivo, tremendamente contemporáneo con algunos elementos de la performance. Se engancha muy bien al espectador desde el enfoque didáctico.
-No sabemos si se sigue realizando pero si que se hacía hasta entrado el siglo XX, así como todo el siglo anterior. Manuel Sánchez asistió a un velorio de angelito cuando niño. La tradición de colocar al niño fallecido sobre un altar también se da en otros países de Latinoamérica, con reglas que se repiten, como la prohibición de llorar debido a que las lágrimas mojan las alitas y eso le impide llegar al cielo. Se hacía con niños desde recién nacidos hasta los siete años y era un acontecimiento muy bonito.
-Es un rito que en algún momento fue aceptado por la Iglesia y la sociedad en general, hasta que aparecen voces disidentes, como por ejemplo de la medicina que criticaba la insalubridad.
Era muy transversal, no sólo se hacía en el campo chileno, sino también en las ciudades; aunque es desde Santiago a la Octava Región donde más presencia tiene. Lo que nos interesó es el vínculo que tiene con la poesía popular y específicamente el canto a lo divino. Allí se narra cada paso, desde el canto por "salutación" hasta que el cantor asume la voz del angelito y se despide en décimas de sus seres queridos.
Feliz quedó Rodrigo Pérez tras las presentaciones de "Pencopolitania", obra de Teatro Reconstrucción que dirigió gracias a un Fondart. Según comentó, ahora viene una fase de negociaciones para realizar otra temporada y efectuar itinerancias. "Los comentarios han sido, en general, muy buenos considerando que acá la gente da su opinión de forma bien directa. Se apreció la novedad en la puesta en escena y la poesía maravillosa de Raúl Millán. El encuentro entre ambos lenguajes resultó efectivo, así como la capacidad del público para reconocerse en la obra. Lo único negativo fue un comentario de alguien que encontró que la mirada era un tanto brusca y violenta; pero en el futuro no habrá cambio alguno", dijo el actor y director.