Las elecciones como espacio de debate y reflexión
En la Universidad de Concepción se está llevando a cabo un proceso electoral que permitirá la elección de la máxima autoridad universitaria, su Rector.
Este proceso debería estar acompañado de un análisis y reflexión acerca de la Universidad que tenemos y de la que deberíamos tener. Debería permitir una reflexión acerca de cuán adecuadamente se está respondiendo a las necesidades educacionales en el ámbito regional, nacional e incluso internacional, e identificar potencialidades nuevas y líneas de avance.
Es asimismo una oportunidad para un análisis de las proyecciones para nuestra casa de estudios en las próximas décadas.
Muchas personas pensarán que la Universidad es el sitio ideal y natural para la confrontación de ideas; sin embargo, en relación al proceso eleccionario en la Universidad de Concepción cabe la pregunta ¿se han generado los espacios necesarios que den cabida a este debate?
A primera vista podría suponerse que este proceso ha generado una participación y discusión activa y nutrida, incluso álgidas discusiones, dadas las visiones diferentes que en nuestra sociedad, y en nuestra Universidad, existen respecto del sentido de la educación superior. Pero mirado este asunto detenidamente, se observa una situación distinta: la renovación de autoridades universitarias tiende a ser vivida por algunos como un procedimiento trivial y no totalmente participativo, como si no estuviera en juego nada trascendente.
No hay discusiones mayores, pero no porque exista un gran consenso sobre los distintos aspectos de la educación superior, de la Universidad que queremos y de la forma de gestión y administración de ésta. De hecho, muchos académicos y académicas no nos implicamos a fondo en este proceso porque hemos aprendido a ser actores pasivos.
Así, la participación y confrontación de visiones respecto de la Universidad ha disminuido en el quehacer académico. Los motivos para esto pueden ser múltiples, pero está claro que parte de esta actitud se genera por la falta de democratización de nuestra Universidad, cuyo ejemplo más claro es la ausencia de estructuras para permitir que las voces de la comunidad universitaria se expresen regularmente.
El debate es un diálogo entre personas que se basa en el respeto entre ellas y que no debe conllevar una desacreditación de sus miembros. Éste recoge todas las visiones y las articula, generando auto-revisiones permanentes y un actuar que permite el crecimiento colectivo.
Quedan pocos días para la elección. Es importante que la comunidad universitaria se implique al máximo para ir revirtiendo estas tendencias a la pasividad.
Pero las elecciones son solo un momento. Lo decisivo es que quienes conduzcan los destinos de nuestra Universidad entiendan que una institución crece y se potencia estimulando y permitiendo la implicación activa de todos los actores que la conforman.