Influencia parlamentaria en designación de cargos de confianza
En la historia reciente de nuestro país, y cada vez que asumía un nuevo gobierno, los partidos políticos hacían notar su fuerza cobrando a los mandatarios electos los apoyos que brindaron en las respectivas campañas electorales, en especial en el reparto de cargos de confianza.
En este sentido, la designación de esas autoridades era asumida por los partidos como una opción de participación y poder, y que se materializaba en la práctica en el envío de una terna sobre la que se decidía la designación, previa discusión en el seno de la colectividad.
En la actualidad, y a la luz de lo que actualmente se ha percibido en los nombramientos de cargos, es posible observar que el rol que antaño protagonizaban los partidos políticos hoy ha sido postergado en favor de la opinión y evaluación de los parlamentarios.
Razones para entender este cambio pueden ser variadas, las que van desde la escasa credibilidad que hoy ostentan los partidos políticos hasta la legitimidad, dada en términos electorales, que alcanzan algunos parlamentarios como figuras relevantes de nuestra política.
Sin embargo, y con independencia a las razones que hayan existido para este cambio y sin señalar que la primera opción sea mejor que la segunda, resulta importante mencionar que la parlamentarización de las designaciones se ha mostrado, en la práctica, como un mecanismo débil y con muchos vacíos, especialmente cuando las propuestas han carecido de una discusión colectiva que haya permitido visibilizar los inconvenientes éticos que han existido en el nombramiento de algunas autoridades de confianza en el recién asumido gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet.
Pedro Díaz
Polanco Director de
Ciencias Políticas y Gestión Pública U. San Sebastián