Manhattan de Concepción: historia de esfuerzo emprendedor
En octubre el producto cumplirá 34 años lo que avala la serie de reconocimientos logrados durante este largo periodo.
"Soy nacido y criado en Concepción. Nací el 15 de febrero de 1964, "estoy dando 6,4 km/L", dice tal como lo hace para destacar con la misa rapidez que habla, cada idea que le viene la mente.
Y es que para Ricardo Denevi, la emoción parece estar a flor de piel en cada episodio de su vida. Y más cuando una vez más su trabajo ha sido reconocido por las autoridades. En esta ocasión, su emprendimiento fue reconocido como la Mejor Picá de la Región del Bío Bío, pero a nivel nacional.
Llegar hasta donde está no ha sido fácil. Comenzó a trabajar a los 15 años en Muebles Denevi, ubicada en Barros Arana 533 en Concepción, junto a su padre el dueño. Allí estuvo hasta los 20 años de edad, y tras diferencias con su progenitor se independizó. Un amigo le pasó un taxi, un Simca 1000 con el que trabajó todos los días durante dos años, siempre de noche. Logró ahorrar y se asoció con un primo que tenía un bar en Caupolicán con Prieto, un lugar estratégico, porque entonces en ese sector estaba el "corralón municipal", donde llegaban todos los camiones con productos agrícolas y allí había una fiel clientela; camioneros, fleteros, taxistas, carretilleros y todos quienes se desempeñan en estas actividades, asiduos a los "chuflay" (aguardiente con ilz), el harinado o chupilca (vino tinto con harina tostada), la malta con huevo y los navegados.
A los 4 ó 5 años de trabajar con el pariente, Denevi le compró el 50% y quedó como único dueño. "Allí trabajé por unos 8 años de domingo a domingo", recuerda.
Una de las fechas más emblemáticas para este luchador incansable, es la del 27 de septiembre de 1980, cuando el corralón se trasladó a lo que hoy es la Vega Monumental. "Todo ese sector quedó muerto, ahí no pasaba nada así es que opté por cerrar el bar. Sólo me quedé con la patente", señala.
Buscó un local para arrendar en las cercanías de la Vega pero era muy caro, y no quería perder la patente. Pero había que trabajar y decidió que haría sándwiches de queso, cecinas, etc, para no perder a sus clientes, aunque ahora su condición era de vendedor ambulante, eso hasta que el entonces y hasta ahora gerente de la Vega, Sergio Molina, le dio una oportunidad, que Ricardo Denevi reconoce.
El 1º de octubre de 1980 hasta el año 87 más o menos y siguiendo los consejos de Molina quien le dijo "el que quiere trabajar trabaja", se instaló con una carpa naranja en el acceso al patio de camiones. Luego, regularizó su situación tras adquirir un furgón y en 1988, compró una cocinilla y una mesa de palo, como dice, y que instaló al lado del furgón. "Cuando llovía me mojaba hasta los calzoncillos".
Con ese fuerte espíritu emprendedor que lo caracteriza, sabía que tenía que hacer algo nuevo, distinto y creó el famoso sándwich Manhattan, que en octubre cumplirá 34 años. Y la historia comenzó a escribirse. Empezaron a llegar nuevos clientes, principalmente universitarios que venían de vuelta del carrete. Ya se había corrido la voz que estos famosos panes con carne eran capaces de levantar muertos. Le fue tan bien con la fórmula que la mantiene hasta hoy con el mismo éxito y en la misma ubicación, donde además trabajan 5 personas, "la Jeanette que lleva 19 años y el Yerko, que lleva 18".
El éxito no le ha nublado la vista, sus clientes siguen siendo los mismos, pero también hay profesionales, autoridades y famosos como el fallecido Felipe Camiroaga quien lo visitó un par de veces en el local e incluso lo invitó a su programa Motín a Bordo (1996), donde causó gran sensación por el eslogan de su producto: "Si no chorrea no es Manhattan" o "manguita arremangá potito pa´ atrás".
El nombre del sándwich se le ocurrió porque la palabra evoca una ciudad grandiosa, luminosa, bella y pensó que eso atraería a la gente, aunque finalmente ha sido el producto lo que mantiene su fiel clientela. "Nadie se va decepcionado", precisa. La receta: Plateada o pollo ganso por cuatro horas a fuego lento, luego un golpe de frío por una hora y después el corte. El pan lo compro hace 32 años a Lucerna y uso sólo mayonesa pasteurizada".
Su fama cubrió todo el territorio nacional…y tal vez más. Se le han hecho 54 reportajes en la prensa escrita y en la televisión. Son 48 años de trabajo. Y si bien hoy con una situación económica consolidada ya no trabaja de domingo a domingo, está fijo los lunes, los viernes y los sábado de amanecida y al respecto reflexiona: "esto es el resultado de mucho sacrificio.
Con su trabajo educó a sus cinco hijos y ha podido tener un buen pasar. "Hace poco fui a Cancún con mi señora y a Buenos Aires, y eso nunca lo había hecho. Me siento honrado por todos los penquistas de corazón que son quienes han hecho exitoso mi negocio y por el hecho que una picá, represente a nuestro Concepción, siento que aporto con un granito de arena a la ciudad".
Ricardo Denevi tiene cuatro hijas de su primer matrimonio y uno del segundo con el que cumplió 31 años. Con orgullo cuenta que la tradición la continuó su hijo quien instaló con un local frente a Versluys en San Pedro "donde trabaja con los mismos materiales y desde las 17:30 horas y las 01:00 horas, y da empleo a 3 personas más un repartidor.
Aunque no le gusta hablar de sus logros materiales, admite que su único vicio son los autos que cambia cada dos años. Sólo mencionó dos de los que tiene. El jeep New Lexus 570 y un Land Rover Discovery que usa su esposa.
"Contra viento y marea, Manhattan da la pelea. Somos la excepción Manhattan de Concepción", son otras de las frases con las que describe su famoso sándwich