Combate a las drogas
Uno de los problemas de seguridad que más preocupa a la población de la Región del Bío Bío y en general en todo el país, es el aumento del narcotráfico. Y lo hace por dos razones: el consumo de drogas que atrapa a los ciudadanos más jóvenes principalmente y la venta ilegal, aparejada con la violencia que se toma las poblaciones, naturaliza el uso de armas y crea espacios de normas paralelas en medio de las ciudades.
Hasta ahora la respuesta a esta realidad ha sido la represión y el tratamiento del asunto como un delito, además de algunos programas de prevención, que no logran solucionar el problema, ni frenar el crecimiento del negocio. En varias regiones del país, por ejemplo, las cifras denotan el incremento en el consumo de la pasta base, una de las más dañinas de las sustancias ilegales disponibles en el mercado.
Para enfrentar el problema se han levantado algunas voces nacionales que piden reconocer el fracaso de las políticas tradicionales contra la drogadicción e incluyen la despenalización, para terminar con el poder de los traficantes y poder ayudar efectivamente a los adictos.
Uruguay acaba de aprobar normas en esa dirección y en Chile, el Hogar de Cristo, además del grupo Res Pública y algunos parlamentarios, siguen la misma idea, porque aseguran que es necesario quitar poder a las redes ilícitas, además de no estigmatizar a las personas que consumen, permitiéndoles caminos de salida más seguros, ligados a la atención de salud y a propuestas como la reducción de daños o salida paulatina.
Actualmente, un alto porcentaje de los internos de la Cárcel El Manzano de Concepción cumple condenas por delitos vinculados a las drogas. En la mayoría de sus casos hay también historias de vida ligadas a la falta de oportunidades, a familias destruidas por la misma causa y a la validación de obtener recursos económicos rápidos y fáciles con el tráfico.
Esas personas y sus potenciales clientes se encuentran atrapados en la misma red, que luego teje corrupción gracias a proveedores poderosos y lejanos, que manejan la situación desde la sombra. Desbaratar el negocio a través de la legalización sería un duro golpe para ellos y -confían los que proponen la idea- una forma de rescate real para las víctimas.