Aquellos padres que quieran que sus hijos potencien sus falencias en cuanto a lo académico, deben considerar que las vacaciones son para pasarlo bien. Los expertos, por el contrario, aconsejan que los reforzamientos se deben llevar a cabo cuando inicie el año escolar.
Llegó el 2014 y, con ello, niños y jóvenes dejan atrás el colegio, liceo o universidad. Pero, muchos, al cerrar el año académico, lo hicieron con falencias en algunas materias, quizá otros repitieron de curso o de ramos -en el caso de la universidad-, así como también hay un grupo de jóvenes que darán la PSU en algunos meses más.
Pareciera que es demasiado temprano para abordar esa temática, pero hay muchos padres que quieren que sus hijos 'amplíen sus conocimientos' durante las vacaciones, inscribiéndolos o contratando clases particulares para reforzar aquellas falencias o vacíos académicos.
Quizá, quienes optan por lo anterior crean que están haciendo algo beneficioso. Pero, según los expertos, esto no es recomendable.
En primer lugar, dice la psicóloga educacional y académica de la Universidad San Sebastián, Patricia Mozó, "porque las vacaciones de verano para los niños y adolescentes, al igual que para los adultos, son un espacio para recargar energías y para conectarse con otros ámbitos de la vida".
La profesional explica que, además, los motivos por los que no se aconseja tomar reforzamientos de contenidos durante el verano, se pueden abordar desde dos puntos de vista. En primera instancia, si el niño no ha tenido una buena experiencia durante el año escolar, "el reforzamiento es una vuelta a esa mala experiencia, pues es recordarle el fracaso, y, probablemente sin el acompañamiento necesario, siga fracasando", enfatiza. Por otra parte, afirma que también se debe considerar que el desarrollo se construye sobre la base de vivencias de variadas índoles. "Si durante el verano se le da la misma, no se le da espacio para que tenga otras que son igualmente útiles: la práctica de deporte que contribuye al desarrollo físico, la exploración de la naturaleza o de nuevas amistades, o desarrollar competencias sociales", ejemplifica.
TIEMPO PARA PASARLO BIEN
Uno de los aspectos más negativos de realizar reforzamientos académicos en las vacaciones, es descuidar el valor del descanso, así como también de la recreación y el ejercicio sano. Así lo cree Aladino Araneda, académico de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. "Durante los meses de verano hay que realizar actividades que les permitan a los niños o jóvenes desarrollar estrategias cognitivas, fortalecimiento afectivo, además de ejercitación cuerpo-mente", comenta.
Lo que el académico sí recomienda, es leer bastante y escuchar música, incluso conversar sobre temas variados. "Eso ayuda mucho más que resolver facsímiles para la PSU durante el verano", recalca.
A lo anterior, Mozó añade que en las vacaciones los niños deben pasarlo bien, disfrutar jugando o compartiendo con sus pares (hermanos, primos o amigos) y con sus familias.
También cumple un rol fundamental el hecho de que vivan experiencias emocionalmente positivas, pues son importantes en la construcción de la personalidad. "Por lo mismo la recomendación es que si, por ejemplo, al niño le gusta nadar y es bueno para eso, los padres busquen espacios donde pueda hacerlo, inscribiéndolo en clases de natación", manifiesta.
EL PROBLEMA
Cuando un niño o joven repite de curso o reprueba algún ramo -ya sea en el colegio o en la universidad, el problema, aclara Aladino Araneda, está en el proceso de aprendizaje o en los factores asociados a ello. Por ende, su principal consejo es "que los padres recaben en sus profesores las deficiencias que tienen sus hijos a nivel de proceso y acerca de los factores que les afectan negativamente sus estudios".
"Si el problema es la presión o la estructuración de ambientes, entonces los padres deben buscar el desarrollo de actividades en donde sus hijos aprendan a tolerar mayores dosis de presión o a acatar normas rígidas", dice. Según él, ésa es la mejor oportunidad que papás y mamás tienen para conocer a sus hijos, y ayudarles fortalecer aspectos de personalidad.
En ese sentido, Manuel Rain, jefe de carrera de Pedagogía en Educación Básica de la Universidad Santo Tomás de Concepción, menciona que "lo primero que se debe tener en consideración son los hábitos de estudio, que funcionan igual que los demás hábitos que se deben desarrollar en los niños, por lo tanto, para tener los resultados esperados, deben ponerse en práctica durante todo el año".
EL MEJOR MOMENTO
Respecto a los vacíos que quedaron de años anteriores o algunas debilidades detectadas, afirma, lo más conveniente es que éstos se refuercen a la hora de desarrollar contenidos similares. "Las debilidades no se pueden superar por sí solas y tampoco se logra a través de una imposición u obligación", añade.
Es justamente por lo anterior que Patricia Mozó asevera que el inicio del año académico, en marzo, es el mejor momento para conversar con el profesor o profesora del niño o joven, para tomar una decisión en conjunto. "Al conversar con el docente, los papás podrán saber exactamente qué necesita reforzar su hijo o hija. Por ejemplo, alumnos con dificultades de compresión lectora podrían tener mal rendimiento en matemática a causa de que no entienden la formulación de los problemas y no porque tengan dificultades en la operatividad matemática", manifiesta. Siguiendo la lógica anterior, está claro que un padre podría pensar erróneamente que lo que necesita su hijo es un reforzamiento de matemática, cuando no es así.
Otro aspecto a considerar es que al iniciar el reforzamiento en marzo, la idea es que vaya a la par con los aprendizajes que le corresponden en ese año académico.
OPORTUNIDAD
"Es importante tener en cuenta que los aprendizajes de temáticas significativas son las que perduran en el tiempo; por lo tanto, si los padres esperan que los niños sean capaces de memorizar todo lo estudiado durante el año, están en un error", asevera Manuel Rain. "Muchos de estos conocimientos cobran real sentido cuando los volvemos a utilizar como base para un contenido relacionado o para conectar con una nueva información", agrega.
Debido a lo anterior es que, más allá de mirar y darle demasiada importancia a las falencias o debilidades de los hijos en el ámbito académico, haciendo que refuercen contenidos durante el verano, los padres aprovechen este período para conocer las potencialidades de sus hijos y buscar espacios para que éstas se expresen.
Patricia Mozó sostiene que "las vacaciones son la oportunidad para conocer a los hijos, hay experiencias que no se dan en la época escolar, es la ocasión para saber qué le gusta, con qué sueña, cómo ve el mundo, contarle nuestras experiencias cuando teníamos su misma edad". Es decir, concluye, "es una instancia para compartir la vida, acompañando a los hijos para que las experiencias que viva, que son las que construyen el desarrollo, sean más nutritivas".