Devolvamos el sentido a la Navidad
Luces por todos lados, las casas bellamente decoradas, las vitrinas de las tiendas llenas de adornos rojos y dorados que nos invitan a entrar y todos volviéndonos locos por encontrar ese regalo ideal para entregar en Nochebuena.
Es que la Navidad poco a poco se ha transformado en algo más comercial que espiritual.
Una fiesta que en su más delicada esencia conmemora el nacimiento de Cristo, del Salvador y quien, según la tradición cristiana, llegó a este mundo envuelto en escasas ropas y pasó sus primeras horas en un pesebre, junto a animales y pastores.
Una escena donde lo más importante es el valor de la familia y el amor como significado de la salvación.
Es precisamente allí donde debiéramos detenernos y rescatar el sentido del amor, un sentimiento que se extiende a toda la humanidad y que nos permite valorar lo que tenemos, lo que la vida nos ha entregado y proyectarnos hacia una sociedad más solidaria y justa.
Estamos en la época que se conoce como Adviento, un tiempo de preparación espiritual para la llegada de Jesús, una etapa que debiera ser considerada para el recogimiento y la reflexión sobre lo que somos y cómo vivimos, sobre cómo somos capaces de sobrellevar las dificultades.
No es que sea malo hacer regalos y pensar en agasajar a quienes queremos, sino que no sea éste el centro de nuestro quehacer.
La Navidad es un momento para agradecer y pensar en cómo podemos hacer de nuestro país una nación solidaria y caritativa.
Esta tarea es de todos, no sólo de los creyentes, sea cual sea la religión, es una cuestión de bien común, tal vez una utopía para algunos, pero una real posibilidad de unirnos más en una causa que trascienda a nuestra generación y que rescate desde nuestros corazones el verdadero sentido de la humanidad.
Hernán Cárdenas Mas,
Coordinador de Formación General de Santo Tomás Concepción.