Ceres es la musa que inspira y proyecta la creación regional
Cuando en el 2011 la cantante Susana Lépez tuvo la idea de crear un premio en que los artistas de la región reconozcan a sus pares, muchos tomaron la idea con escepticismo. Algunos pensaron que sería imposible concretar un proyecto así viniendo de una persona particular, otros que no había forma de convocar a toda la comunidad artística, también se cuestionó el sistema de selección o el hecho de ser una versión chica del muchas veces cuestionable Altazor.
Pero la voluntad de Susana fue inquebrantable. Armó un equipo junto al músico y productor Mauricio Melo, y juntos comenzaron a tocar todas las puertas, varias de las cuales se abrieron, quizás motivados por lo audaz y constructiva que sería la empresa. Y así fue, aquella primera versión de los premios Ceres fue todo un éxito y tuvo la particularidad de reunir a buena parte de la escena cultural penquista, fomentando el conocimiento mutuo y el intercambio de ideas.
En la tercera versión realizada la noche del miércoles en el Teatro Marina del Sol, y transmitida para toda la zona por Canal Regional, las dudas expuestas anteriormente fueron disipadas por completo. Ya sea en las palabras de autoridades como de los mismos artistas se notó cierto consenso en indicar que los Ceres ya están establecidos y que ya son una tradición que merece mantenerse en beneficio de la difusión de nuestros creadores y sus obras. Tanto el alcalde Álvaro Ortíz como el director regional del Cnca, Juan Eduardo King valoraron que se reconozca el talento en casa, casi como una estación necesaria antes de emprender rumbo hacia otras escenas.
Otro de los méritos de los premios Ceres es aportar con una aterrizada cuota de glamour a la escena regional, con alfombra roja, backstage y, por sobre todo, un despliegue escénico y técnico de buen nivel. La comunidad artística valoró estos aspectos y nuevamente el Teatro Marina estuvo lleno.
La gala comenzó con la intervención de una serie de personajes disfrazados acompañando al performer Jorge Grandón caracterizado por su alter-ego, el estrafalario candidato presidencial Wuatanaz. Metieron boche, se hicieron notar y lanzaron consignas que no se lograban escuchar con claridad. No hubo mucha conexión con el descolocado público, ni desenlace de la acción, ni aplauso y tampoco una presentación posterior sobre lo que se acababa de ver. Fue de los contados puntos bajos, aunque sí un indicador de una mayor apertura hacia diversas expresiones artísticas en el show, un aprendizaje de los productores que en las versiones anteriores estuvieron un tanto cargados a las nuevas expresiones rockeras de la ciudad.
En este caso aquella diversidad se notó con la apertura del guitarrista acústico Paolo Murillo, así como la comparsa de tambores y bailarinas de Barrio Sur, una de las agrupaciones emblemáticas de la ciudad, quienes a través de la enseñanza del candombe han cumplido un papel social al tiempo que suman algarabía a la bohemia afrolatina penquista.
Y si de expresiones populares se trata, uno de los momentos más aplaudidos fue la aparición del breakdancer Javier Labrín, seguido por un premio Ceres especial a la categoría de Arte Urbano para Francisco Muñoz, "Fakir" un incansable promotor del grafiti en nuestra ciudad, creador de iniciativas como "ArteHaga" y el encuentro internacional "Concegraff". El reconocimiento es muy merecido y Francisco lo recibió con humildad, destacando la labor del Departamento de Jóvenes del municipio y la gestión que allí realizaran Marcelo Sánchez y Jimena Jorquera.
El broche de oro fue con la banda penquista más internacional del momento, Los Bunkers, quienes asistieron de forma desinteresada, por apoyo a la cultura local y amistad con los organizadores; aunque no tuvieron reparos en exigir un backline de primer nivel, incluyendo gráficas espectaculares de fondo. Sabían que su presentación sería transmitida, y hay un prestigio que mantener.
"Desperdíciame", "Llueve sobre la ciudad", "Bailando solo", y "No me hables de sufrir" eran los temas estipulados, pero el quinteto se extendió incluso finalizada la transmisión. Luego se quedaron al cóctel y conversaron con varios músicos locales en una grata muestra de admiración mutua.
Estos espectáculos dieron dinamismo a la entrega de los premios (ver recuadro), la cual además tuvo el ingrediente más sabroso de los Ceres: una vitrina para que los artistas hablen de sus obras y expresen sus inquietudes.
Es así como, entre agradecimientos, Eric Varas abogó por más poesía en las escuelas, Álvaro Muñoz llamó a no olvidar el patrimonio cultural e histórico de la zona del carbón y La Otra Zapatilla dio un lindo discurso sobre el talento regional y la necesidad de apoyos. y subvención a los trabajadores del arte. Fuchen Butoh sublimaron la mística ancestral latinoamericana y el poder sanador de la danza, mientras que Angela Jarpa de La Tostadora llamó a todos los penquistas a conocer a los talentos nominados. "Busquen y vean nuestros videos, no todo tiene que ser mirar gatitos en youtube", dijo.